El Fútbol Club Barcelona es el único equipo español que ha llegado a los cuartos de final. Primero cayó el Atlético de Madrid, luego el Real Madrid y, finalmente, el Sevilla, a pesar de las declaraciones previas de su prepotente presidente. El Barça se ha quedado como único representante europeo de la Liga de las Estrellas.
El equipo barcelonés regresó de Stutgart con la ventaja de haber empatado allí a un gol. Sin embargo, entre los propios jugadores no había excesos de confianza. Lionel Messi, con toda sensatez, avisó al decir que nadie estaba libre de que le sucediera lo que al Madrid. Cualquiera, según el jugador azulgrana, puede ser un Olimpique de Lyon.
Messi es jugador en plena forma. Su inspiración, además, llega en los momentos en que el equipo más lo necesita. Ayer, además de marcar dos goles, el primero marca de la casa, colaboró en el que se anotó Pedro. Por encima de los goles, por si fuera poco, fue el jugador que creó inseguridad en la defensa germana. Cada vez que cogía el balón creaba sensación de peligro.
El Barça, sin Xavi, no tuvo problemas para manejar el balón con superioridad manifiesta. Recuperó la mejor de sus cualidades. Poseyó el balón y a ello añadió mayor rapidez que en otros encuentros y penetración por las bandas sin empecinarse en buscar el gol por el centro de la zaga contraria, que siempre está bien abastecida de jugadores.
El Barça, que ofreció dudas en varios partidos, volvió donde solía. El vigente campeón mantiene sus aspiraciones. El público del Camp Nou anoche ya gritó «sí, sí, sí, vamos hacia Madrid». Están en ello.
Julián García Candau