viernes, abril 19, 2024
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Lo inmediato y la verdad

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El obstinado apremio de Rubalcaba por parte de los diputados populares a cuenta del ‘caso Faisán’ deslució el enfrentamiento dialéctico en el Congreso entre la vicepresidenta económica, Elena Salgado, con Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del PP, sobre la política del Gobierno contra la crisis. El agrio acoso a Rubalcaba eclipsó sus reconocidas habilidades oratorias ante el torrencial de frases de los diputados del PP. Un correoso Ignacio Cosidó explicó su nombramiento como ministro de Interior para que gestionara «la paz sucia de ETA» y ello «con la connivencia de ETA». Grave alusión que basó en lo que había dicho la propia banda terrorista, según las escuchas policiales. Otro diputado popular, Ignacio Gil Lázaro, le dijo al ministro que el ‘chivatazo’ se ordenó «al más alto nivel» y le acusó sin tapujos de ser, junto a Zapatero, la «X» del ‘caso Faisán’. Bruscos argumentos ante una causa pendiente con la verdad.

Frente a esta bronca, el perspicaz acorralamiento de Sáenz de Santamaría a su nueva contrincante, la vicepresidenta Elena Salgado perdió fuelle en las horas previas a que se ponga a prueba la Comisión creada para un remedo de pacto, alianza o consenso sobre las nuevas políticas anticrisis que pretende el Gobierno, y que fue bien acogida por otros grupos de la oposición.

«Si las cosas van tan bien, qué pretenden de los demás», preguntaba Sáenz de Santamaría a la vicepresidenta económica, poniendo en duda la verdadera intención del Ejecutivo con la Comisión para el consenso de las políticas contra la crisis. Salgado desplegó un tono muy distinto al de su antecesora en el habitual cara a cara con la portavoz popular: subrayó los datos esperanzadores que esgrime el Gobierno, pero no renunció al argumentario socialista, según el cual, al PP «le duele» que la economía vaya a mejorar. Zapatero, que pide al PP un pacto contra la crisis, está en el timón de esta estrategia. Sabe, según ha dicho en las últimas horas, de muchos votantes del PP que están ya «hartos» de su «tono y arrogancia». Ante tal avalancha de clichés, le sería de mayor eficacia al PP establecer sus prioridades en la intensidad de los asuntos denunciados en el mismo día.

La verdad no espera, y lo que está confuso retorna, como el supuesto ‘chivatazo’ policial en el llamado ‘caso Faisán’. Pero el día concentra una sola atención, aunque ésta sea la de la búsqueda de pacto difuso sobre propuestas vagas. Entre los imperativos que deberá afrontar el Gobierno está el de una reforma laboral que contemple medidas para corregir la desigualdad de la mujer, y que contenga políticas de conciliación familiar, no sólo por motivos de justicia y salud democrática, sino como relataba recientemente el experto económico Juan Bengoechea (El Correo, 21-02-10), también de eficiencia económica. El retraso en la maternidad por razones de empleo incide directamente en la preocupante curva demográfica que amenaza el sistema. El mismo experto hizo la cuenta de nuestro Gobierno paritario: los ocho ministros tienen veinticuatro vástagos, mientras que ellas han debido conformarse tan sólo con cinco. Se puede abordar lo inmediato mientras se esclarece lo demás.

Chelo Aparicio

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