martes, mayo 7, 2024
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Un déficit del 10% enseña la patita

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Las cuentas públicas tienen difícil seguimiento, la dispersión que imponen las crecientes transferencias a las otras administraciones, que gestionan más de la mitad de los ingresos y gastos fiscales, hace cada día más tortuoso el discurrir de las cuentas. El Estado informa con razonable diligencia de sus cuentas, al igual que lo hace la Seguridad Social, pero la consolidación de todas las administraciones carece de procedimientos con calendarios predeterminados de difusión.

Las cuentas facilitadas ayer, correspondientes a los nueve primeros meses, certifican un déficit acumulado superior al 6% del PIB, con ingresos de poco más de 72.000 millones de euros (-25%) y gastos de 135.000 millones (+22%), que dejan un saldo de -63.000 millones que no tiene precedentes ni por cuantía absoluta ni por magnitud relativa sobre cualquier referencia.

La única excusa que puede exhibir Zapatero es que a otros gobiernos les ha pasado algo parecido, aunque hay grado. El déficit español sólo se compadece con el británico y norteamericano, que a fin de año superarán los dos dígitos sobre el PIB; pero compara mal con el francés o alemán, o con la media de la zona euro.

Ese 6% de tres trimestres puede convertirse en un déficit de dos dígitos a fin de año, a pesar de que las cuentas de la Seguridad Social cerrarán con superávit, ya que al acabar septiembre los ingresos superaban a los gastos en 12.000 millones.

Las cuentas públicas van mucho peor de lo previsto en los Presupuestos aprobados hace diez meses, cuyas cifras son mera ficción, pero son también peores que lo previsto hace pocos meses una vez que la realidad obligó a revisar los supuestos. Casi todo va a peor en las cuentas públicas, y los supuestos de cálculo del Presupuesto que ahora se discute en detalle en el Congreso parece que también están alejados de la realidad.

Si los Presupuestos son la principal arma del Gobierno para gestionar la economía, su estado es deplorable, falla más que una escopeta de feria, carecen de credibilidad y perjudican las expectativas. Lo peor es que las únicas explicaciones por semejante fracaso suenan a excusas de mal pagador, culpan al empedrado, a problemas generales venidos de fuera. La gestión presupuestaria de Zapatero-Solbes es la peor de la democracia y la de Zapatero-Salgado puede correr la misma suerte (mala suerte). No obstante, el Gobierno conseguirá aprobar este mal Presupuesto con ese cálculo político-electoral que preside las decisiones de Zapatero y conduce sus pasos.

Fernando González Urbaneja

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