sábado, mayo 4, 2024
- Publicidad -

Zapatero regresa a la euforia

No te pierdas...

Diríase que el presidente Zapatero, tras escucharle en la entrevista que Iñaki Gabilondo le hizo en Cuatro, vive en una nación que no es España, en la isla Utopía, o en el País de las Maravillas, un país «sólido, fuerte y sin parangón», que fue como definió a nuestra piel de toro al término de su eufórica disertación, en la que dijo que en el 2009 la situación española va a empeorar pero las expectativas mejorarán. Al tiempo que predecía cercano el fin de ETA y que prometía que no habrá crisis de Gobierno, y salía en socorro de sus deprimidos vicepresidentes diciendo que De la Vega y Solbes son «serios, solventes, honestos y trabajadores», colección de piropos que parecen más bien epitafios de despedida, excusatio no petita.

El presidente ha regresado al optimismo antropológico de sus inicios en la Moncloa, a pesar de que España está hecha unos zorros y de que él mismo ha tenido que rectificar sus grandes y ocurrentes iniciativas, sobre las que Gabilondo no hizo pregunta alguna, imaginamos que para no molestar. Y eso que la lista de rectificaciones es sencilla: Estatuto catalán, trasvases, inmigración, Guerra Civil, política exterior, autonomías, negociación con ETA, ANV, negación de la crisis económica, etcétera. Y, aprovechando la ocasión, Zapatero nos leyó la última edición de su particular cuento de la lecherita española con el siguiente colofón:

En el año 2009 la situación económica y social irá a peor, pero con mejoras que se van a notar a partir del mes de marzo porque las obras públicas van a dar un impulso al campo de la construcción, y eso abrirá las expectativas de la reactivación económica y la confianza en general. Además, los bancos y las cajas de ahorro españolas están saneados, y pronto abrirán el grifo de los créditos, la inflación estará por los suelos, el precio del dinero bajará y el Gobierno aumentará el gasto social y, si hace falta, las prestaciones por el desempleo. Y, colorín colorado, la crisis económica que casi nunca existió en la España de Zapatero está a punto de desaparecer, con lo cual Solbes, De la Vega y demás ministros calcinados de su Gobierno se pueden quedar en el cargo unos mesecitos más.

Naturalmente, de la destrucción de empleos, al margen de la construcción que no tiene arreglo a pesar de los 33.000 millones en obras públicas, o de la caída de la recaudación del Estado y la gran crecida del déficit público, al que se suma el privado, o de la ruina en cadena de las pequeñas y las medianas empresas, de todo eso, de la realidad que nos rodea y de la ola gigante de parados que está agazapada esperando las doce campanadas del 31 de diciembre para derrumbarse sobre nuestro país, de eso nada de nada. En abril, gracias a las contratas de Magdalena Álvarez, veremos la salida del túnel que se acaba de derrumbar, como el del AVE Madrid-Valencia.

Un ejemplo de toda esta verborrea de falsa euforia se vio cuando Zapatero dijo que el Gobierno garantiza los depósitos bancarios de los españoles, lo que es absolutamente falso. Eso lo hacen otros países europeos, pero en España sólo se ofrece una pobre garantía sobre 100.000 euros por persona y entidad, una de las más bajas de toda la Unión Europea. Y si los bancos y las cajas están tan bien, y tan vigilados por el Banco de España, ¿por qué el Gobierno no ofrece la garantía plena? O ¿por qué el Gobierno ha preparado 150.000 millones de euros para salvar a nuestro brillante y saneado sistema financiero, tan vigilado por el Banco de España?

El discurso de la euforia para crear confianza, o preparar el año electoral que se acerca, es otra temeridad de Zapatero, porque esta vez se topará con la cruda realidad. Además, sabemos que Zapatero miente, y por eso no se le puede creer cuando dice que tendremos unas excelentes expectativas a partir del 2009. Y tampoco cuando afirma que no habrá otra negociación con ETA, porque tanto él como Rubalcaba ya nos engañaron tras la bomba de Barajas. Y, además, se negó a decir que le gustaría ver a ANV fuera de los ayuntamientos, para escudarse en la presunta legalidad. Como olvidó el periodista preguntarle por el reciente acercamiento de presos de ETA. Pero el presidente, preso de su ataque de eufórico optimismo, dijo que ETA está a punto de fenecer, y ojalá que, al menos en esto, acierte y se acerque a la verdad, pero no lo vemos tan claro.

Como no vemos claro ni cercano el pacto sobre la financiación autonómica, ni el diálogo con los estudiantes sobre Bolonia. Ni lo que piensa hacer en Afganistán, cuestión donde volvió a mentir diciendo que los soldados de España no entrarán en la guerra, cuando es sabido que algunos ya están en ella, por ejemplo dirigiendo los bombardeos sobre posiciones talibanes. Y lo de chulearse, a toro pasado, sobre Bush diciendo que a él, ¡al gran Zapatero!, el presidente de Estados Unidos nunca se hubiera atrevido a pedirle permiso para los vuelos de Guantánamo, que han pasado ante sus narices y de los que tenían todos los datos en el CNI -otra mentira presidencial-, es una pose llena de trucos. Porque tanto él -diciendo que eso ocurrió a pocos meses de los atentados del 11-S- como su ministro Moratinos llevan unas semanas en las que no hacen otra cosa que tapar a Washington y a Aznar.

O sea, que España está mejor que nunca y es un país «sin parangón», y que el Gobierno y sus vicepresidentes están que se salen en éxitos de gestión, y con la moral por las nubes. Y para que no quede la menor duda, Zapatero nos dijo ayer, insuflando confianza y euforia a raudales, que la crisis en la que estamos metidos sólo va a durar seis meses: de septiembre del 2008 a abril del 2009. Y que a partir de entonces se abrirá el cielo de las grandes expectativas, y lo del paro lo arreglará la ministra de Fomento a base de los concursos que ha convocado para desescombrar el túnel que se acaba de hundir, y del que no quería ni hablar.

Como ocurre casi siempre con el optimismo antropológico del presidente, su euforia temeraria -y en las actuales y graves circunstancias con mayor motivo-, corre el riesgo de conducirnos a una depresión nacional. Ya le pasó cuando el 29 de diciembre del 2006 dijo que el fin de ETA estaría muy cerca en el 2007, gracias al proceso de paz, y al día siguiente, sólo unas horas después, estalló la terminal 4 de Barajas, causando muerte y desolación. Y ahora, que tiene todos los datos negativos de la economía y del paro -batiendo los récords de Europa y de la OCDE-, el presidente se lanza el discurso de la euforia sin más argumento o prueba que su propia e ilusa levedad y presunta convicción. Y el entrevistador, pasmado ante tantas buenas noticias, se arrodilló ante su invitado y le pidió su bendición.

Pablo Sebastián

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -