sábado, mayo 4, 2024
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Temor a que el terrorismo yihadista entre en la campaña

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España vive la semana crucial de la campaña electoral en «Alerta 4 reforzada» por terrorismo yihadista. Aunque Rajoy parecía descartar que el atentado contra la Embajada en Kabul –en el que ha fallecido el agente de la Policía Nacional Isidro Gabino Sanmartín –, Exteriores pensó que sí lo era al principio y en Kabul la situación es sumamente confusa. Fuentes de Interior aseguran a ESTRELLA DIGITAL que la alerta está basada en datos concretos de amenaza. “Debería estar a nivel 5, si por nosotros fuera, pero por varias razones es mejor mantenerla así”, explica una fuente de Información de la Policía.

El recuerdo del 11M es casi una pesadilla para los servicios de inteligencia del Estado cuando se empina el calendario electoral. Los atentados de París y sus vinculaciones con España provocaron que se elevara el nivel de alerta en España, a lo que el ministro Jorge Fernández denominó “alerta 4 reforzada”. Los especialistas dicen en broma que solo hay cinco niveles, y no niveles intermedios, “para no liar a los políticos”.

El nivel «4 reforzado» –o cuatro plus– es, en la práctica, un nivel máximo de alerta. Mientras, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado han estado haciendo una operación antiyihadista tras otra; la última, en Barcelona. “La opinión pública no da importancia a las detenciones que estamos haciendo, porque se está deteniendo a individuos peligrosos antes de que hagan nada”, explica una fuente de la “comunidad de inteligencia”, “no estamos esperando ni arriesgándonos a que estén en el punto de ir a hacer algo”.

Nuestro país está en la diana del ISIS –o DAESH–, como lo estuvo en la de Al Qaeda, pero lo que realmente preocupa es el grado de penetración de las redes de reclutamiento en nuestro país. “Ceuta, Melilla y Cataluña, ahí es donde estamos centrados”, explica otra fuente perteneciente a la Guardia Civil.

El atentado de Kabul ha sido reivindicado por los talibanes, enemigos del ISIS. Los matices sobre el yihadismo, sin embargo, no están al alcance de gran parte de la opinión pública, que ven una amenaza del islamismo radical y violento sin atenerse a más precisiones.

España ha sido un agente medio en la intervención de la Alianza Atlántica en Afganistán. De hecho, hace algo más de un mes la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría presidió el último arriado de bandera del contingente español desplegado en Herat, que ya ha vuelto a España. En Kabul solo queda una misión de cuartel general compuesta por unos 21 militares. Además, la legación española, con poco más que embajador, agregado militar y una guardia compuesta por miembros de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional.

Los talibanes, aunque pueden atentar contra la legación española en Kabul, no parecen en condiciones de aparecer en la escena electoral española. Otro asunto son las redes, enraizadas en España, del ISIS.

Los servicios de inteligencia tienen monitorizados decenas de españoles (y españolas) que han salido en dirección a Siria a formar parte de la yihad contra el régimen de El Assad. Francia ya señaló que el regreso de esos guerrilleros –que formaron los comandos que mataron sin piedad en París– es un factor de riesgo, ya que están no solo radicalizados, sino que disponen de entrenamiento militar y han vivido situaciones sangrientas en Siria. Por eso se rastrean mezquitas, sobre todo clandestinas, en los lugares de partida y reclutamiento de estas redes, en busca de guerrilleros repatriados.

Cuando un miembro de la comunidad ha regresado de la yihad es un nuevo héroe local entre los acólitos radicalizados. Los lugares de reunión nunca son las mezquitas identificadas, sino que vale un local comercial vacío, o un garaje, que se convierte en una mezquita improvisada. Allí hace su prédica el yihadista que ha regresado de la Guerra Santa.Una prédica proselitista, claro.

Ceuta, Melilla y Cataluña es donde están las comunidades musulmanas más numerosas de España, y donde en buena lógica hay pequeños grupos más radicalizados, ocultos entre la gran comunidad. Los agentes rastrean estas zonas, los lugares de culto y sobre todo están pendientes “de los que de repente dejan de ir a la mezquita, porque quiere decir que la prédica la están recibiendo en otro sitio, una prédica más radical porque la que les da el imán oficial no les es suficiente para sus ansias”, explica una fuente de inteligencia.

En la una reciente reunión de la comisión de evaluación de la alerta antiterrorista se planteó la posibilidad de reducir el nivel. Mantener una alerta alta no hace sino proporcionar publicidad a los yihadistas, se razonaba por parte de alguno de los miembros de la comisión. Desde los servicios de inteligencia policiales se subrayó que “hay amenaza concreta”. El nivel de alerta se mantuvo.

El sentido escénico que a veces demuestran los terroristas radicales islámicos hace que la cita del 20D parezca una buena ocasión para exhibirse y castigar a uno de los países cruzados. La prudencia del Gobierno y los firmantes del pacto antiyihadismo –todos los partidos de ámbito nacional, salvo Podemos– parece haber relajado un poco la amenaza, más latente en países como gran Bretaña, Francia o Bélgica. “Hay yihadistas en España, no cabe duda. El problema es que hay demasiadas personas a las que vigilar”, subraya otra fuente cercana a los servicios de inteligencia.

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