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Bárcenas: preguntas sin respuesta

Con el suplicatorio redactado Rajoy exigió Bárcenas el sacrificio de dejar la calle Génova y de mutuo acuerdo redactaron dos comunicados cautelosos, compasivos, exculpatorios, pero que dan la apariencia de que el tesorero del PP se va y exime al Partido de sufrimiento. Pero siguen pendientes demasiadas preguntas y los hechos se ordenan malamente.

Bárcenas suspende su vinculación con el PP, donde es empleado por cuenta ajena con nómina estable y contrato fijo, pero no aclaran si es un permiso sin sueldo o con sueldo: un despido o una suspensión voluntaria de la relación laboral. No se explica nada y la naturaleza del caso requiere explicaciones con más detalles.

Por lo mismo nos e entiende que el imputado deje Génova, pero siga en el Senado como representante de la soberanía popular. La jerarquía de cargo y función debería otorgar más relevancia al puesto político y representativo que al empleo privado aunque sea en una entidad semipública como son los partidos políticos.

En resumen que la jerarquía de valores y funciones está subvertida. La salida de Génova (¿también de la ejecutiva del partido) parece redimir a Rajoy y al propio partido de responsabilidad, peor en realidad, a la vista de las notas distribuidas el martes, horas antes del escrito del juez instructor pidiendo el suplicatorio, todo la estrategia de exculpación practicada por el acusado y por su partido ha sido inútil retardataria y sospechosa.

A los políticos hay que protegerlos de acusaciones infundadas o temerarias, peor n este caso los autos conocidos desde hace meses son tan contundentes como para que lo que se asume ahora se hubiera asumido mucho antes, incluso para acelerar la causa y la defensa.

Una dimisión o suspensión preventiva, provisional de todos los cargos hubieran proporcionado una defensa más efectiva, más rápida y más garantista. Peor han querido enturbiar, buscar una instancia amable, subir el precio del procesamiento y el resultado final es desolador. Son ya tres instancias (la Audiencia Nacional, el superior de Madrid y el Supremo) las que han manoseado las acusaciones y las pruebas y han concluido que hay humo, que hay caso, que puede haber fuego. El asunto apenas tiene coste electoral, las encuestas no castigan al Partido Popular que tan torpemente ha manejado el problema, pero desde el punto de vista moral todo es deplorable y puestos a comparar coloca la política nacional en la senda italiana, tan poco recomendable y tan decepcionante.

Fernando González Urbaneja

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