El "estímulo" de Obama
El plan económico de Obama para salir de la crisis tropieza pero sigue. No logró en la Cámara de Representantes ni un voto de los republicanos a pesar de que el presidente había convencido a sus colegas demócratas de que eliminaran cosas que irritaban a la oposición, como la financiación de los anticonceptivos a través del Sistema de Ayuda Médica. Los republicanos querían más reducción de impuestos, ésta es la clave de la disputa, no hubo acuerdo y el sueño de Obama de lograr un apoyo bipartidista se esfumó.
En el Senado puede que algún republicano se pase al campo del Gobierno, que deberá hacer concesiones. Grosso modo, dos tercios de la ley que va a la Cámara Alta están dedicados a gasto, un tercio a reducción de impuestos (devolución de 500 dólares por contribuyente, ayudas para la creación de industrias renovables, a familias numerosas, etc.).
Los cálculos de la Oficina de Presupuestos del Congreso son que dos tercios de los 825.000 millones de dólares previstos en "el estímulo" serán gastados antes de finales del 2010 y que se crearan entre 1,2 y 3,6 millones de empleos. Los defensores del plan lo califican de "oportuno, centrado y temporal". Los críticos alegan que no es ninguna de las tres cosas, la mayor parte de los fondos serán gastados por el Gobierno no por individuos, lo que implica lentitud, y lo centrado es cuestionable, hay muchos capítulos que no crearan empleo y que, como dice muy duramente el Wall Street Journal, son pegotes políticos que cubren las aspiraciones "acariciadas por el Partido Demócrata en los últimos cuarenta años". El influyente matutino concluye que es una obra maestra de la ideología del partido demócrata y que los republicanos no deberían entrar en ese juego.
El debate ideológico está servido, como muestra la posición contraria de Bob Hebert en The New York Times: los republicanos parecen estar "divorciados de la realidad". Han clamado durante ocho años por concesiones fiscales a los ricos y por dar carta blanca a las grandes compañías. El resultado es un colapso de la economía. Estamos ante un partido, concluye, "que teniendo que escoger entre Lincoln y Reagan se inclinaría por Reagan. ¿Por qué se les presta todavía atención?".
La impresión hoy es que el paquete de Obama franqueará en no mucho tiempo el escollo del Senado. Que sirva para devolver la confianza, en el peor momento desde los años treinta y con cifras negativas que no se veían desde 1982, es otra cuestión.