25 años de prisión para el agresor de Salman Rushdie por intento de asesinato

El agresor del escritor británico Salman Rushdie, el joven Hadi Matar, ha sido condenado este viernes a 25 años de prisión por el intento de asesinato cometido en agosto de 2022 durante un acto público en el estado de Nueva York. La sentencia ha sido dictada por un tribunal del condado de Chautauqua, donde Matar fue juzgado y condenado por intento de asesinato en segundo grado y asalto con arma blanca.
Matar, de 27 años y residente en Fairview (Nueva Jersey), se declaró no culpable tras ser acusado formalmente por la Fiscalía, aunque el jurado lo encontró responsable de un ataque que ha sido descrito por las autoridades como "deliberado y brutal". El joven se abalanzó sobre Rushdie durante una conferencia, causándole hasta 15 puñaladas.
Graves secuelas para Rushdie
El autor de Los versos satánicos, que en el pasado ya había vivido bajo amenazas tras la famosa 'fatua' emitida en 1989 por el líder supremo iraní, el ayatolá Ruhollah Jomeini, estuvo 17 días hospitalizado en estado crítico tras el ataque. Como consecuencia de las heridas, perdió la visión en un ojo, sufrió parálisis en una mano y lesiones en el hígado.
Durante el juicio, Salman Rushdie testificó describiendo el ataque como una experiencia “de shock absoluto”, recordando cómo Matar, vestido de negro, se acercó al escenario y lo atacó sin mediar palabra.
Sospechas de simpatía con Irán
La Fiscalía subrayó durante el proceso que Matar simpatizaba en redes sociales con la Guardia Revolucionaria de Irán, aunque no se ha demostrado una conexión directa entre el agresor y el régimen islámico. Irán, si bien se desmarcó oficialmente de la 'fatua' que pedía la muerte de Rushdie, nunca la revocó formalmente. Además, en 2012, una fundación religiosa iraní elevó la recompensa por matar al escritor de 2,8 a 3,3 millones de dólares.
Este atentado reavivó el debate sobre la libertad de expresión, el extremismo religioso y la protección de los escritores amenazados. La condena de Matar pone fin a un proceso judicial seguido de cerca por la comunidad internacional, pero las secuelas físicas y emocionales para Rushdie permanecerán de por vida.