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Aumentos de capital y emisiones de deuda, armas de la banca lusa contra la crisis

El gobierno socialista luso dirigido por José Sócrates no estuvo quizás muy inspirado en noviembre de 2008, cuando decretó la primera nacionalización bancaria en Portugal desde la “revolución de los claveles”, hace mas de 30 años. Y quien lo está pasando peor es la institución financiera pública Caixa Geral de Depósitos (CGD), que lleva ya invertidos más de 1.500 millones de euros en el saneamiento de la entidad nacionalizada, el Banco Português de Negócios (BPN), cuyo viabilidad esta siendo muy gravemente cuestionada.

Fueron el presidente y el vicepresidente del BPN Francisco Bandeira y Norberto Rosa, ambos nombrados por el gobierno tras la nacionalización del banco, cuya gestión fue confiada provisionalmente a la CGD, quienes han puesto la voz de alarma, revelando ante la comisión de investigación parlamentar que el coste de la operación para el Estado será muy superior al previsto inicialmente: unos 1.800 millones de euros contabilizados hasta ahora, frente a los 700 millones anunciados cuando el Banco de Portugal (BdP) se hizo cargo de la situación.

Una situación que recuerda, y mucho, lo ocurrido hace un cuarto de siglo en España con el grupo Rumasa de Ruiz Mateos: más que un banco al servicio de sus clientes y de la mayoría de sus accionistas, el BPN no había encontrado nada mejor que crear sociedades “off shore” de forma clandestina, al margen del Consejo de Administración y sin avisar al BdP, con la única finalidad de canalizar cuantiosas inversiones para las empresas de la Sociedad Portuguesa de Negocios (SPN), que en última instancia era quien tenía el control del banco.

Al igual que hizo Ruiz Mateos con el Banco de España, cuyos requerimientos relativos a la actividad de la división bancaria de Rumasa en provecho de las empresas del grupo nunca tuvieron éxito, también el BPN llevaba años operando sin la más mínima transparencia. Y fue solo cuando la entidad se encontraba al borde del abismo, cuando el gobierno socialista no tuvo más remedio que entrar en acción, decretando la nacionalización de la entidad, cuyo antiguo máximo responsable José de Oliveira Costa está ahora en prisión preventiva.

Francisco Bandeira y Norberto Rosa afirman, pues, que la nacionalización era la única salida posible: al contrario del ultimo presidente del BPN Miguel Cadilhe, que decía tener un plan para salvar el banco y acusó al gobierno socialista de haber decretado una “nacionalización política”, ambos sostienen que sin la intervención del Estado y las inyecciones de liquidez realizadas por la CGD, la entidad nacionalizada no hubiera podido sobrevivir, por la pérdidas acumuladas y porque se encontraba ya “en una situación insostenible”.

El agujero de 1.800 millones de euros detectado por la nueva administración, al margen de las cuentas de 2008 que presentarán también unas perdidas muy cuantiosas, está relacionado con las operaciones ilícitas de filiales más o menos clandestinas, como el Banco Insular (Cabo Verde) y BPN Cayman, bajo la supervisión clandestina y prácticamente exclusiva de Oliveira Costa. En el momento de la privatización, el auditor Deloitte sólo había detectado unas perdidas potenciales de 700 millones de euros.

Pese a todo lo dicho, Francisco Bandeira ha declarado ante la comisión de investigación que BPN podría tener todavía algún futuro... Tanto es así, que distintas instituciones financieras ya se han puesto en movimiento para participar en una eventual privatización de la entidad. El presidente del BNP y también vicepresidente de la CGD no especificó a los diputados si son sólo bancos lusos o si hay también bancos extranjeros interesados, pero se da por sentado en los medios políticos y financieros que la CGD estará en primera línea.

Mientras tanto, la máxima prioridad de la CGD, que es el principal banco del país, es compensar rápidamente el esfuerzo ya realizado para sacar al BPN del agujero, con lo cual no tendrá mas remedio que acudir a su único accionista, el Estado, para situar el ratio de capital “Tier 1” al 8%, que será el mínimo exigido por el BdP a todas los bancos a partir de septiembre del 2009. Para ello, el Estado ha puesto a disposición de la banca 4.000 millones de euros, y la CGD ya manifestó su intención de utilizar por lo menos 1.500 millones de euros.

La carrera por la capitalización bancaria empezó en Portugal ya en abril 2007, con el Banco Comercial Português (BCP), que obtuvo 1.500 millones de euros. Los inversores se lamentan amargamente: pese a haber comprado acciones con 37% de descuento, acumulan desde entonces una pérdida superior al 50%. Lo mismo pasa con los accionistas del Banco Português do Investimento (BPI), como La Caixa (tiene casi un 30%), que han invertido 350 millones de euros, con un descuento igualmente importante, del 28%, que fue ya “comido” por la crisis.

Ahora es el Banco Espirito Santo (BES) el que se lanza en la misma aventura, anunciando un aumento de capital de 1.200 millones de euros, también con un descuento significativo (se especula que no será inferior al 25%), auque según el presidente Ricardo Espirito Santo el éxito de la operación ya esté garantizado por los accionistas de referencia como el Crédit Agricole. Según los expertos, la decisión del BES “pone presión” al BCP, que necesitará realizar un nuevo aumento, muy comprometido, y que podría alcanzar los 1.500 millones de euros.

Al margen de los 4.000 millones de euros destinados a las operaciones de capitalización, el Estado también intenta dinamizar el mercado interbancario, con una línea de “garantías oficiales” por 16.000 millones de euros, el 20% de los cuales han sido ya utilizados. La CGD fue la primera en utilizar la garantía de su único accionista para emitir 2.000 millones de euros de deuda: sólo obtuvo 1.250 millones, pero con un “spread” de 85 puntos básicos, frente a los 100 puntos impuestos a las emisiones del BCP (1.500 millones) y del BES (1.200 millones).

Ante la crisis de liquidez y de confianza del sector financiero mundial, y también ante las dificultades financieras de algunos de sus accionistas de referencia, como es el caso del BCP, lo más probable es que los bancos lusos con mayores problemas tengan que pensar también en vender activos para cubrir pérdidas potenciales sin que esto afecte a la liquidez ni a los ratios de capitalización. Así, como opción a un aumento de capital que sería problemático, BCP está ponderando la venta de sus activos bancarios en países como Turquía, Grecia y Mozambique.

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