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Sarkozy prepara un nuevo paquete de reformas en un clima de alarma social

Nicolas Sarkozy subirá este lunes a la tribuna de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), en Ginebra, para proponer la creación de una "carta mundial de los derechos de los trabajadores". Lo que no esta nada mal – y hasta podría sonar a provocación - para quien ya tuvo que hacer frente, este año, a cinco jornadas de movilización social. La última, el sábado, no tuvo gran éxito: los más optimistas hablan de una participación de 150.000 personas en todo el hexágono, frente al millón y medio que salieron a la calle el Primero de Mayo. En París, bajo el lema "empleo, poder de compra, servicios públicos", y con los líderes sindicales Bernard Thibault (CGTP), François Chérèque (CFDT) y Jean Claude Mailly (FO) en primera línea, acudieron menos de 30.000 personas.

Lo llamativo, es que la creciente "desmovilización popular" contrasta con los resultados de la ultimas encuestas de opinión, como aquella publicada la pasada semana por el diario económico "Les Echos" y según la cual tres en cada cuatro franceses apoyan todavía las jornadas nacionales de acción contra la política económica y social de Sarkozy. Lo que pasa, es que según el mismo sondeo, las dos tercias partes de los franceses ya llegaron a la conclusión de que Sarkozy no hará ningún cambio fundamental en su política: tiene asumido que la lucha contra la crisis no pasa por el rechazo del consumo privado, a través el aumento del poder de compra, y sí por la dinamización del aparato productivo, con lo cual no se dejará intimidar por las jornadas de movilización nacional, aunque sean convocadas por todos los grandes sindicatos del país.

Lo que nadie contesta, es que Francia vive ya un "clima de alarma social", provocado principalmente por el incremento del paro: en el primer trimestre, se destruyeron unos 263.000 empleos, mientras que el "paro parcial" se multiplicó por siete. Francia tiene ya el 8,5% de la poblacion activa en el paro, lo que representa más de 2,5 millones de personas, contando solo a los parados de "clase A", aquellos que llevan ya más de un mes sin trabajo. Y lo peor está todavía por venir: tras las vacaciones de verano, el mercado de trabajo galo no podrá hacer frente a la llegada masiva de 650.000 jóvenes recién salidos de la universidad, de los liceos y de las escuelas de formación profesional, los cuales no tendrán más remedio que apuntarse al registro del paro. Los expertos prevén además que muchas de las empresas que hasta ahora afrontan la crisis con "medidas suaves" (paro parcial, reducción de las horas de trabajo extraordinarias), ya están preparando despidos masivos para el otoño.

"La crisis no ha terminado, y nadie puede saber hasta donde llegará ni cuando terminará", reconoce el influyente consejero especial de Sarkozy, Henri Guaino.

Tanto es así, que el próximo 22 de Junio, Sarkozy presentará un nuevo paquete de reformas, no a través la clásica rueda de prensa desde el palacio del Eliseo, sino en el ámbito del Congreso de Versailles, ante las dos cámaras reunidas (Asamblea Nacional y Senado). Ocurre que el Jefe del Estado galo se siente mas legitimado que nunca para reformar la administración y la economía del país: aunque haya sufrido ya este año cinco jornadas de movilización nacional y que los sindicatos estén planteando ahora una "huelga general de 24 horas", el partido conservador UMP fue el gran vencedor de las elecciones europeas, además el Partido Socialista (PS) está muy dividido y según los sondeos más de la mitad de la población está a favor de nuevas reformas.

Mientras tanto, el gobierno dirigido por François Fillon (Sarkozy tiene también previsto anunciar en Versailles, una remodelación del Ejecutivo, pero que no afectará al primer ministro), hace un balance muy positivo de las reformas ya aplicadas e igualmente del plan de relanzamiento económico. Garantiza, por ejemplo, que el aparato productivo nacional ya recibió la mitad de la inyección de los 26.000 millones de euros de ayudas públicas anunciadas los últimos meses y cuyos efectos prácticos (empleo, actividad económica...) serán ya visibles los próximos meses. Sarkozy, Fillon, la responsable de la Economía Christine Lagarde y el ministro responsable del plan de relanzamiento Patrick Devedjian están muy pendientes sobretodo del impacto que tendrán los 1.000 proyectos ya concertados con las administraciones locales y regionales (restauración de edificios históricos; modernización de puertos; construcción de nuevos tramos de autopistas, etc.), por unos 36.000 millones de euros de inversión publica.

Y a los sindicatos que reclaman un "cambio de prioridades" (menos dinero para las empresas y para los bancos, y más ayudas para las familias), el gobierno galo recuerda las medidas ya adoptadas, como los 200 euros de la renta de solidaridad activa (RSA) destinada desde abril a unos 3 millones de hogares modestos, mientras que aquellas familias cuyas ingresos se sitúan en el tramo inferior del impuesto sobre la renta (IR) no tendrán que pagar este año los dos últimos pagos trimestrales. En total, el gobierno calcula que las ayudas oficiales a las familias y al consumo, como la prima destinada al reemplazo de 70.000 vehículos antiguos por otros nuevos, alcanzan ya los 50.000 millones de euros (el 2,5% del PIB), mientras que la perdida prevista de ingresos fiscales será de 30.000 millones (el 1,5%). Con todo ello, Sarkozy no quiere ni oír hablar del "aumento de impuestos para los ricos" reclamado por los sindicatos – y hasta por algún dirigente de la mayoría - que ante la gravedad de la crisis y del paro atacan sobretodo el "bucle fiscal", según el cual ningún contribuyente francés dejará a las arcas del Estado más del 50% de sus ingresos anuales.

Lo que si hizo Sarkozy, de cara a la preparación del nuevo paquete de reformas que será presentado en el Congreso de Versailles, fue recabar en el Eliseo la opinión de los dirigentes sindicales, de los líderes políticos y de la patronal. El presidente galo quiso con ello preparar también su discurso ante la OIT, a favor de la creación de una nueva "carta mundial de los derechos de trabajadores". Siendo el único Jefe de Estado o de gobierno del G8 presente en Ginebra, Sarkozy manifestará claramente su ambición de protagonismo internacional, como ya lo hizo durante la presidencia gala de la UE. El presidente francés también propondrá en Ginebra que la OIT ocupe en el futuro una silla en las "cumbres internacionales", como la reunión del G20, la misma plaza, que ocupan ya el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio.

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