sábado, mayo 4, 2024
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Jorge Arbeleche: “Vivimos en la sociedad del vértigo”

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Escritor uruguayo. Ha sido Premio Nacional de Literatura y seis veces Premio de Poesía del Ministerio de Cultura de Uruguay. Miembro de la Academia Nacional de las Letras de su país y correspondiente de la Real Academia Española. Por primera vez se publica en España (Editorial Vitruvio) su obra poética reunida bajo el título Mito.

-¿Cómo valora la publicación en España de Mito?  

No había pensado nunca en la posibilidad de poder publicar en España mi poesía reunida, a la que no he querido llamar completa porque me sonaba a epitafio. En ella está lo que he sido desde que comencé a escribir.

– Como poeta de larga trayectoria ha obtenido el reconocimiento y diversos premios por su obra. ¿En qué momento se encuentra su poesía?

Creo que está en un buen momento. La poesía que hago ahora no son arrebatos emocionales, es una poesía en la que hay cosmovisión y pensamiento. Según he avanzado se ha ido adentrando y adensando el concepto de reflexión poética. La poesía es pensamiento y reflexión junto con sensibilidad y emoción. Porque en la poesía tiene que haber emoción, no puede ser algo frío.

– De su discurso se desprende la importancia de cultivar la reflexión sobre lo que somos y lo que nos rodea….

En efecto, pero vivimos en la sociedad del vértigo. Hablar hoy de la contemplación está fuera de contexto. La actividad del pensamiento es exhaustiva y fatigante, pensar es lo que nos hace diferentes. La poesía tiene que ver con una forma de mirar del mundo, lo que se percibe más allá de nosotros y toca lo sublime, lo sagrado. Va más allá de nuestros límites humanos.

-¿Y a partir de ahora?

Ahora no tengo planes. Estoy satisfecho, hay que dejar que las cosas vayan ocurriendo. Yo soy fiel a la poesía, si ella me corresponde no le temo al silencio. La poesía es libertad, el destino dirá hasta donde debe llegar mi obra.

-¿Cuál cree que es el objeto de la poesía en el mundo de hoy?

La poesía es la memoria de las cosas, de los hechos y la vida. Entiendo la poesía como un registro de nuestro paso por el mundo y ese registro es la palabra, una forma de salvación. Implica solidaridad y sobre todo responsabilidad, la poesía es una actividad del espíritu de las que tiene más alta responsabilidad. En cualquier caso, puede decirse que la ciencia y la poesía tienen el mismo objetivo, toman distintos caminos pero su finalidad es desentrañar el misterio.  

– En los años 60 fue miembro de la denominada Generación de la Crisis en Uruguay. ¿Cómo contempla la crisis que vivimos en la actualidad?

Las crisis anteriores eran más ubicables. La crisis de hoy es universal, es peor que las anteriores. No solo abarca lo social y la política con toda la corrupción que existe, también tiene un nivel más alto de pérdida de valores que han sido parte de nuestra educación y formación ética. Uno se siente a la deriva.

-¿Qué papel debe jugar la poesía en este escenario de crisis?

La poesía antes de nada debe estar comprometida con el lenguaje y la palabra. La poesía se hace de las vivencias del mundo, de la vida, de lo contingente y lo universal. Hoy debería ser uno de los géneros más importantes y no lo es. Estos tiempos exigen prisa, otros valores que no son los de la poesía. La poesía camina por un lado y el modo de vida actual por otro.

-¿Piensa, sin embargo, que la sociedad tiene su reflejo en la creación poética?

Sin duda. En la poesía contemporánea trasciende el desasosiego, la falta de horizonte, de asidero y la orfandad de la que hablaba Cesar Vallejo. El hombre de hoy está huérfano porque se ha ido desligando de lo trascendental, para caer en el consumismo desaforado y en el valor de lo material que ha sustituido a los ideales y a valores más elevados.

– Además de poeta es profesor e investigador. En este nuevo viaje a España ha sido invitado a leer sus poemas en la Universidad de Salamanca. ¿Qué impresiones ha recogido?   

Creo en la misión del docente y en que hay que advertir de los peligros pero no ser agoreros. Aunque el mundo parece caminar peligrosamente hacia lo descarnado, no puede generalizarse. No toda la juventud está sumida en esa decadencia. He podido percibir un profundo interés en esa juventud que oía por primera vez mis poemas. Lo he notado en la tensión que ponían al escuchar, en el modo de conversar y preguntar.

– La globalización ha impuesto la necesidad de hablar otros idiomas, en especial el inglés. ¿Esto puede suponer a medio plazo una pérdida de nuestras señas de identidad?

Los jóvenes deben aprender otros idiomas pero la identidad no la trae otra cultura, viene de raíz. Por eso es importante conocer bien nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra historia. Sabemos también que es imprescindible dominar las nuevas tecnologías, pero sobre todo, insisto, es necesario aprender a pensar.

-¿Cuál es su opinión sobre las transformaciones que han traído las nuevas tecnologías?    

En la sociedad de la información, el hombre está cada vez más comunicado y, paradójicamente, cada vez más solo. Por otro lado, hay temor al silencio. Mucha gente no sabe estar en silencio. Las nuevas tecnologías son un aporte fantástico pero no parecen ir en la dirección correcta y, al mismo tiempo, no se les saca todo su potencial. Entre otras cosas, me parece preocupante la pérdida del sentido de la estética o la deformación que se está produciendo de la caligrafía.

– Han pasado algunos años desde la última vez que estuvo en España…

Sí, la primera vez que visité Madrid fue con 25 años. Tuve la oportunidad de conocer entonces a Carmen Conde y a Vicente Aleixandre que me acogieron con enorme amabilidad. Aquel Madrid de los serenos tenía un encanto provinciano. Con los años he regresado en otras ocasiones y he visto como ha ido transformándose. En la actualidad su atractivo reside en su vitalidad como gran urbe, es una ciudad adorable. Agradezco a España y a los amigos que tengo aquí tantas demostraciones de afecto.

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