viernes, abril 26, 2024
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Aportaciones de la Generación Beat a la literatura española

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Jack Kerouac, William Burroughs, Allen Ginsberg, Neal Cassady, Fernando Merlo… son algunos nombres de los escritores más influyentes de la ‘Beat Generation’, los primeros de Estados Unidos – país donde surge el movimiento – y el último de España. Todos ellos, que como precursores e innovadores dentro de la corriente la lideran frente al resto de escritores que surgieron a partir de los años 50-60, comparten un estilo de escritura original, desajustado de las normas académicas en muchos casos y original en cuanto a contenido. Relatan en la mayoría de los casos experiencias personales o sentimientos (a veces profundos) de su vida cotidiana.

Definición del movimiento

“La etiqueta ‘Beat Generation’ surgió durante una conversación mantenida en 1948 entre el escritor Jack Kerouac y el periodista John Clellon Holmes. Aunque la intención de los miembros de dicha generación no era nombrarla, sino más bien desnombrarla, el 16 de noviembre de 1952 apareció un artículo de Holmes en New York Times Magazine, titulado This is the Beat Generation, que inmediatamente captó la atención del público, anota Guzmán Simón en su estudio La “Generación Beat” en la España de la Transición política o el ejemplo de Miguel Romero Esteo y Fernando Merlo.

El término beat o beatnik no fue del todo aceptado por este grupo de escritores y artistas, pues fue acuñado por los medios de comunicación, quienes difundieron la imagen de una generación de jóvenes que basaban su vida en el consumo de drogas y en el vagabundeo. Es cierto que en muchos casos sus “fundadores” conocieron la cárcel, las drogas, pasaron mucho tiempo en las calles de los Estados Unidos, recorriendo el país como Kerouac en On the Road, o relatando las depravaciones de la drogadicción como Burroughs en El almuerzo desnudo o Yonqui, sin embargo, la huella literaria no es pequeña, ya que la antología beat y sus aportaciones a la cultura estadounidense ya han pasado a la historia.

Por resumir su génesis e impacto social, diremos que la reivindicación de esta generación estaba relacionada con un contexto que Juan Carlos Usó apunta en su artículo Beatnik en España: “en una sociedad marcada por la represión sexual, que cerraba los ojos, cuando no aplaudía, ante la aplicación de técnicas y terapias tan coercitivas como la lobotomía, el electroshock y la esterilización forzosa”.

Usó añade que “Baudelaire, Rimbaud y los demás poetas decadentes franceses de la segunda mitad del XIX convirtieron la frase épater la bourgeoise ensu grito de guerra particular. Oscar Wilde y otros escritores malditos también se aplicaron en firme a asombrar o escandalizar al personal, que diría un castizo. Por ello se alejaron de las costumbres de la época y transgredieron más allá de lo imaginable las normas establecidas. En cierto modo, los representantes de laBeat Generation’ y por extensión los beatniks compartieron esos mismos rasgos, si bien con su actitud no buscaron tanto la confrontación con los valores dominantes como el alejamiento de la sociedad a la que tanto repudiaban”.

Beatniks en España

En España, son contadas las veces que la prensa habla de este movimiento social, sin embargo, gracias a la creciente apertura tardo franquista las ideas de otros países llegan al nuestro por medio de las bases militares de EE. UU en Rota y Morón de la Frontera (Cádiz), e Ibiza, por ejemplo.

Esta forma de ver la literatura (o lo artístico en general) caló en jóvenes que ansiaban un escape de la censura y la corrección política del franquismo. Aunque la realidad es que no fue un movimiento cultural con mucho apego en la sociedad española, sí fue, tanto en Estados Unidos desde mediados de los 50, como en España, precursor en proponer ideales que serían adoptados por los hippies o muchas corrientes contraculturales y libertarias más tarde.

Es en junio de 1959 cuando la revista Blanco y Negro publica un reportaje de Santiago Nadal dedicado a la mujer en EE. UU en el que su autor ya hacía una “referencia de pasada a los beatniks. Sin embargo, no será hasta el año siguiente cuando empiece a conocerse en España algún detalle concreto sobre estos nuevos bohemios”, según Simón. Asimismo, este periódico publica un artículo de la revista Life basado en esa “generación perdida”.

Más tarde, las páginas del suplemento cultural de Nuevo Diario difundirían poemarios, ensayos y novelas beat más allá de los reducidos cenáculos literarios, pudiendo incitar “la curiosidad de muchos jóvenes que veían en ellas un espejo de las inquietudes intelectuales en el marco que los acontecimientos contemporáneos suscitaban”, y que compartían no querer estándares predeterminados en la expresión literaria.

En Ibiza, esta filosofía la cultivaron artistas como Ignacio Aldecoa, quien viajó en 1958 a Estados Unidos y cuando volvió a España se dedicó a dar conferencias del estilo de vida de aquellos jóvenes y leer sus fragmentos en público. También es posible que las visitas del guionista de La Escopeta Nacional, Rafael Azcona, a la isla y a Aldecoa, le inspiraran para escribir su obra Los europeos.

Además, gracias al dibujante de cómic Nazario Luque sabemos que a principios de los 60 había “una colonia de beatniks instalada en la finca Espartero”, cercana al pueblo de Morón de la Frontera.

La obra de Fernando Merlo

Será el poeta malagueño Fernando Merlo uno de los principales referentes en España. Aunque apenas se conoce su trayectoria ni suele incluirse en los métodos de estudio por su corta trayectoria, su estilo se equipara, según expertos que han estudiado su papel en el cambio literario y social de su entorno, al de cualquiera de los pioneros norteamericanos. Vivió desenfrenadamente y murió joven.

Merlo
Imagen representativa de Fernando Merlo

La mayor influencia de los autores beat en España la encontramos en la obra de Merlo Escatófago (1968-1972) de Merlo y en la crítica literaria de Miguel Romero Esteo.

Romero Esteo actuaría como embajador del movimiento, pero la forma de escribir de Merlo permitía no respetar los signos de puntuación y a la vez contar con una “estética y testimonio radical, oscuro y nihilista de una densa derrota”, según Simón.

Si en la literatura española existía una corriente existencialista asentada desde la década de los cuarenta, Merlo intensificó dicho discurso a partir de 1968, pues “Escatófago es el resultado de la opción estética de su autor y el testimonio radical, oscuro y nihilista de una densa derrota”, dice Simón.

Además, poco a poco “el ejemplo de Fernando Merlo y Miguel Romero Esteo corrobora hoy la tesis de Culler, quien considera que la permeabilidad entre tradiciones literarias diferentes se ha convertido en el motor de ciertos cambios de la literatura en torno a 1968”.

Simón añade en su estudio que “la literatura de finales de los sesenta y principios de los setenta asumió una nueva forma de situarse ante el discurso literario, albergando tanto un carácter minoritario de los nuevos presupuestos artísticos como una renovación de los textos y metatextos fundamentales de su propia escritura. El progresivo desprecio por la tradición española precedente y la búsqueda de un nuevo discurso fueron el motor de una creación artística permeable a otras literaturas”.

Por concluir Usó, en su artículo subraya que el escritor Normal Mailer “asumía la dicotómica división entre la vida peligrosa del Negro (basada en la intensidad del instante, la violencia, la sensualidad, el apoliticismo y el rechazo a la moral impuesta) y la sociedad lógica, ordenada y razonable del Blanco. Extrapolada esta actitud a la España de la Transición, la posición subversiva de un autor estaba más en la transformación de actitudes individuales en un entorno opresor que en la reivindicación directa o la denuncia explícita, como ya se había preguntado Allen Ginsberg en 1959”.

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