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Yo soy Amy Martín

Empezaré diciendo que yo soy Amy Martín. Y he querido descubrirlo aquí como una deferencia para que todos mis lectores, incluso, los que representen a la progresía y me tratan con tanto cariño. Dejen ya de preguntarse para siempre por mi identidad. Y es cierto, cobro 3.000 euros por artículo. Será porque lo valgo. No todo el mundo puede escribir sobre la industria del cine en Nigeria o sobre la central nuclear de Fukushima o la crisis de la Eurozona o la medición de la felicidad para la Fundación Ideas del PSOE que, por cierto, no para de hacerme encargos. Pero como creo que ya me ha descubierto el gran maestro del Tipex, don Jesús Caldera, no puedo por menos que desnudar aquí mi alma. Me siento obligada.

Dicho esto, vuelvo a mi quehacer diario que para eso me paga Estrella Digital. Y, hoy, con más motivo porque 'la cosa tiene perejiles' ya que Cataluña, como es sabido, se ha declarado como por arte de magia 'sujeto político y jurídico soberano' y, como dicen en mi pueblo de Castilla la Vieja, 'Al que le pese, que se joda'.

Y el caso es que a mí me pesa y me jode. Las dos cosas. Porque todo está basado en una gran mentira. Es más, en el preámbulo de la solemne declaración solo falta decir que en Cataluña estaba el Paraíso Terrenal y que los españoles lo deslocalizaron y se lo llevaron a un sitio desconocido para acabar con sus raíces catalanas.

¿Cómo es posible que un pueblo tan listo como el catalán se haya dejado embaucar por estos trileros? Porque toda esta parafernalia tiene menos recorrido que yo en la Fundación Ideas socialistas. Y ya lo he explicado en esta misma columna varias veces las razones.

Esto que se ha aprobado es una violación de la legalidad del Estado, perpetrada por una institución del Estado

Esto no es más que una huida hacia delante de un raro mesías llamado Mas al que engañaron las encuestas y perdió y que, ahora cuesta abajo, huye despavorido entregándole a ERC todo su equipaje separatista y dándole un protagonismo absolutamente impensable a este partido tobogán que lo mismo sube que baja.

Y es que, seamos claros, esto que se ha aprobado es una violación de la legalidad del Estado, perpetrada por una institución del Estado. El Estado español contra el propio Estado español. Algo de locos. Porque la Generalidad de Cataluña no es más que una Institución del Estado español. Y delinquir es lo que ha hecho exactamente el Parlamento catalán al no reconocer que el marco legal español es el que permite que Artur Mas sea presidente de una comunidad autónoma española.

Con este dislate lo único que se ha querido conseguir es suplantar al titular de la soberanía nacional, que no es otro que el pueblo español. Y eso, como he dicho tantas veces, no lo puede permitir el Gobierno, ni las Cortes Generales, ni los tribunales, que son las instituciones que representan a los tres poderes del Estado.

En su torpeza, ni siquiera saben que son las personas las que tienen derecho y no los territorios. Qué inutilidad. Qué pérdida de tiempo. Qué estupidez.


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La sonrisa de la avispa