Venezuela en la UCI
Un incierto futuro se cierne sobre Venezuela. La aparente situación crítica de su presidente, Hugo Chávez, anuncia una situación de inestabilidad en un momento especialmente delicado en la vida política nacional. Chávez ha ganado las elecciones pero debería tomar juramento el próximo día diez, si no lo hace, si está impedido para ello o si fallece, deberían convocarse elecciones en el plazo de treinta días según expertos jurídicos próximos a la oposición.
Mientras tanto, en el interior del bolivarismo, “el chavismo” político y militar, la sucesión “dentro del régimen” amenaza con dividir a los seguidores del comandante, hasta el punto de haberse producido una escisión en torno a dos líderes: Maduro, señalado por Chávez como su sucesor natural, y Cabello, militar y presidente de la Asamblea Nacional, un dirigente a cuya promoción en el ejército pertenecen la mayoría de los militares de mayor rango en las fuerzas armadas venezolanas.
La sucesión “dentro del régimen” amenaza con dividir a los seguidores del comandante
De otro lado, la oposición. Henrique Capriles cosechó votos y esperanzas, aunque no las suficientes, en las elecciones presidenciales del año que ha terminado, y logró crear la convicción de que una alternativa al chavismo era posible a partir de la utilización de los recursos que la Constitución establece.
En cualquier caso Venezuela, tal y cómo ha escrito en las páginas de ESTRELLA DIGITAL, Carmen Beatriz Fernández, está, al menos, tan enferma como Chávez. El país sufre serios desabastecimientos y padece cifras insoportables de criminalidad y de inseguridad ciudadana. La falta de perspectiva señala también graves deficiencias en la inversión y el crecimiento del país, más preocupado de establecer un modelo de “socialismo” original que de aprovechar sus extraordinarios recursos energéticos para fortalecer un desarrollo económico que ofreciera bienestar a sus ciudadanos, siguiendo la línea de otros países de su entorno que emergen con fuerza como Brasil.
Si se prolonga la incertidumbre llegaremos al diez de enero sin saber si hay o no hay presidente de Venezuela, y eso supondrá, en cualquier caso, una seria incógnita sobre su futuro.