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Sin novedad en el Gobierno

Los protagonismos buscados e impostados dan malos resultados. Prende la yesca cuando la torpeza inspira el ego del interlocutor. Uno quiere pintarla, dar la nota, hacerse notar, una cosa común en la política. Había un ministro en el Gobierno que no se había abrasado, aún. Ahora ya lo tenemos en el candelabro, como si fuera cualquiera otro de los que con tanta frecuencia acostumbran a perjudicar nuestra buena paciencia en los momentos de mala situación.

Los protagonismos buscados e impostados dan malos resultados

Morenés, un hombre de la industria, vaya usted a saber de cual, es lo que tienen los hombres de negocios españoles, se ha dirigido el día de la epifanía, la Pascua Militar, y de vuelta ya con lo del cumpleaños del Rey, a Su Majestad, en compañía de la cúpula militar, en solemne acto castrense, adornando su discurso con la solemnidad de aquellas frases tan de la Transición, que siempre afirmaban lo contrario de lo que sucedía en la realidad cuartelera: “no hay inquietud en los cuartos de banderas”, decían los ministros de aquella, y en los cuartos de banderas se abjuraba de la democracia y se hacían cruces los oficiales, jefes y generales, maldiciendo, principalmente, los crímenes de un terrorismo que se cebaba con los uniformes.

Ahora ya no hay terrorismo, y el ejército es otra cosa. No se mide el valor por los improperios contra el sistema, sino por los conocimientos de táctica y estrategia. No es que tengamos entre nosotros las huestes de Alejandro o la potencia de Esparta, es que la profesionalización ha puesto en inglés los textos de Academia, que eso, en cualquier otro sitio sería una cosa baladí, pero en las escuelas de guerra es un antídoto contra el patriotismo desbocado que confunde el espacio con el tiempo, el lugar con el sentido y el papel de cada uno.

Ahora ya no hay terrorismo, y el ejército es otra cosa

Dice Morenés “El Ejercito se mantiene sereno ante provocaciones”. Y uno piensa en aquellos impactos brutales de las ondas expansivas, los tiros desde las motocicletas sobre los coches de los generales, las bombas y los entierros de aquellos caídos sin justificación belicosa, en los que los empachados del régimen gritaban barbaridades y desprecios a los que “aguantaban sin nobleza” el empuje del terrorismo.

Ahora ya no es eso, no es eso, Morenés, que diría Ortega. Hay que tener cuidado con el lenguaje porque si estamos dando un lavado de cara modernizador a la Institución a la que te diriges con tu discurso protagónico de Reyes, no puedes retrotraernos a un pasado en el que el Rey mismo tenía que escuchar que todo estaba bien y en posición de descanso, porque era la señal convenida para advertir que todo andaba revuelto y en posición de firmes.

Cuando se habla de provocaciones al ejército es que aún no se ha entendido que la provocación, de serlo, sería a la legalidad y a la Constitución, no al instrumento de su defensa. Tanta torpeza en el ministro ignoto despeja las dudas definitivamente: al provocar nuestra memoria se empequeñece, esa nobleza sí que obliga, ante la inteligencia y la “fineza” de Gutiérrez Mellado, que ese sí que sabía, oiga.

Por lo demás, sin novedad en el Gobierno; todo sigue igual en 2013.

Rafa García-Rico - en Twitter @RafaGRico - Estrella Digital

Rafael García Rico