Podemos pierde la inocencia
La encuesta de Metroscopia sobre intención de voto publicada por el diario El País confirma una intuición extendida: Podemos ha aterrizado en la dura realidad de la política. A pesar de que una de sus principales ventajas era carecer prácticamente de pasado político, ahora se tiene que someter a la exposición mediática y la crítica de los medios de comunicación. Esta dura realidad, asumida de mala gana por los dirigentes de esta organización, le empieza a ocasionar la erosión inherente a un partido político. Podemos ha perdido la inercia y el empuje que tenía como fuerza que estaba legitimada para realizar todo tipo de críticas y que no soportaba ninguna.
Metroscopia afirma que Podemos ya no es la primera fuerza política y ha sido superada por el PSOE. Su tendencia ha amortiguado su crecimiento, pero sigo siendo una fuerza determinante en la configuración del mapa de intención de voto de los ciudadanos. El PP sigue en caída libre y se situa como tercera fuerza política en la preferencia de los electores.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, hasta ahora inquisidor sin necesidad de dar explicaciones, ha visto un retroceso en su valoración y los electores ya se preguntan por los detalles de su proyecto, por las intenciones ocultas que pueda tener y por los comportamientos de sus dirigentes.
El episodio de la beca de la que disfrutaba Errejón, que ha sido suspendido de empleo y sueldo por anomalías en ese contrato y trato presuntamente de favor, le alejan de su pretensión de estar fuera de la orbital de lo que ellos llaman "casta". Si nos atenemos a que la corrupción, su cualidad y calidad, depende de principios de oportunidad, con muy poco porcentaje de posibilidades, algunos líderes de Podemos han aprovechado las oportunidades que han tenido para sacar provecho económico por encima de lo que pudiera considerarse legítimo.
Podemos no ha sido original a la hora de responder a las críticas. Se ha sumado a la tradición de los partidos de invocar una campaña de difamaciones y de descréditos. Esta actitud choca con sus inquisiciones a los demás partidos y con la exposición a los focos y a la transparencia que tanto reclaman.
La pérdida de la inocencia y su pretensión de situarse al margen de la crítica les hace humanos. Pero ya no pueden pretender ser la fuerza inmaculada y deberán explicar con detalle cualquier aspecto de su conducta que entre en el universo de la corrupción o de los tratos de favor.
Carlos Carnicero