Miles de personas muertas por una fábrica de insecticidas. 30 años de Bhopal
Ahora se rememora la mayor tragedia química y, de forma más amplia, el peor desastre industrial de la Historia. Ocurrió hace justo 30 años. Su protagonista fue una fábrica de insecticidas que producía un pesticida muy célebre: el sevin o carbaryl, muy usado para matar insectos en la agricultura, los jardines o las masas forestales.
Como tantas otras veces pasa, en la guerra química contra los insectos, no son solo estos los que pueden caer. Y eso es lo que se vió, con horror, en la madrugada del 2 al 3 de diciembre de 1984.
Cientos de miles de personas dormían plácidamente en la ciudad india de Bhopal. Acaso soñaban, como tantas personas de los países en vías de desarrollo, en un mundo mejor para sus hijos. Un mundo mejor que les traería el progreso. Ese progreso que es probable que para muchos se encarnase en alguna de las fábricas de la ciudad, como aquella en la que la multinacional norteamericana Union Carbide producía el Sevin.
Pero el sueño del progreso, sobre todo de ciertas formas de "progreso" puede producir monstruos. Y mientras ellos dormían, uno de ésos monstruos estaba despertando en aquella factoría. Estaba desperezándose dentro de un tanque lleno de toneladas de metil isocianato, una de las sustancias empleadas para fabricar el carbaryl. En su momento se denunciaría que ese tanque no contaba con suficientes medidas de seguridad. Pero las autoridades competentes en la India tampoco hicieron nada, que se sepa, para que hubiera otra cosa. El caso es que el depósito acabó liberando el veneno que contenía en forma de gas. Los trabajadores, tras unos intentos de controlar la fuga, acabaron huyendo.
Mientras hombres, mujeres y niños soñaban plácidamente, y sin que nadie les avisase del peligro, una pesadilla química bien real, en forma de nube tóxica, se extendió sobre las barriadas y fue penetrando en el interior de los hogares. Los durmientes fueron atacados así de la forma más siniestra. El aire que les daba la vida, y que respiraban mientras dormían, se convirtió en un fuego que les quemaba la garganta y los pulmones. Y también los ojos cuando los abrieron.
La fábrica hecha para matar insectos estaba matando a personas, como si se tratase de aquellos. Y, practicamente, con las mismas oportunidades de salvarse. No se alertó. No se activó ninguna evacuación. Como dice un informe de Amnistía Internacional "aunque los encargados de la fábrica supieron poco después de la medianoche que existía la posibilidad de que el gas estuviera escapándose a la atmósfera, no hicieron nada para alertar a las comunidades que vivían en la zona, ni a las autoridades locales, ni a la policía hasta alrededor de las 02:00 horas".
Los hospitales de Bhopal se llenaban, pero no se podía atender debidamente a las personas que acudían porque, tal y como recogen diferentes informes, no se reveló la sustancia que se había liberado, algo que hubiese sido clave para saber qué antídotos había que suministrar. Pero mucha gente murió en sus casas o buscando un lugar seguro que no encontraron.
Las morgues se llenaron de cadáveres. Aún hoy no está clara la cifra total de muertos. Fueron miles los que tuvieron una muerte horrible en aquellos días y miles más los que irían muriendo después. Entre 7.000 y 10.000 personas pudieron morir en los tres primeros días, según Amnistía Internacional. Hoy se estima que la cifra total de muertos relacionados con el escape, más allá de aquellos días primeros, puede superar muy ampliamente los 20.000 personas. Y mucho mayor fue la cifra de afectados a diferentes niveles que quedaron con daños neurológicos irreversibles, ceguera, lesiones cutáneas severas, problemas respiratorios, defectos y malformaciones congénitas, parálisis cerebral... Probablemente sean más de 120.000 personas las que quedaron afectadas, frecuentemente con problemas de salud crónicos y debilitantes. Y en total más de medio millón de personas las que denunciarían haber sufrido efectos de diferente gravedad. Se ha denunciado desde problemas de crecimiento a trastornos ginecológicos, pasando por un incremento de las tasas de cáncer, problemas cognitivos en los niños, daños reproductivos, alteraciones inmunológicas, etc. Los suelos y las aguas subterráneas siguen contaminados con un complejo cóctel de sustancias. Y los responsables, como tantas otras veces, siguen sin pagar adecuadamente por las consecuencias
El Gobierno indio acordaría con la empresa , a espaldas de las víctimas, una compensación económica irrisoria. Union Carbide accedió a pagar 470 millones de dólares estadounidense (equivalente a unos 900 millones de hoy día) en 1989, aproximadamente el 14 por ciento de los 3.300 millones de dólares que el gobierno indio había pedido inicialmente" como comenta Amnistia Internacional en un informe que acaba de hacer público sobre el desastre. Añade que "los 470 millones de dólares equivalían a unos 1.000 dólares para cada persona afectada por el desastre, incluidas personas que habían perdido todos sus medios de vida. Comparémoslo con los 20.000 millones de dólares que el gigante petrolero BP tuvo que pagar como indemnización por el vertido de petróleo de la Deepwater Horizon frente a la costa sur de Estados Unidos en 2010.”
Muchas de las víctimas, ante las deficiencias del sistema sanitario del país, no han recibido atención adecuada. La situación ha sido pavorosa para muchos de los damnificados. Gente que vive en la miseria y que en ella ha tenido que sufrir horribles consecuencias.
Hace unos pocos años, con una tardanza increíble, la "Justicia" actuó imponiendo una condena vergonzosa de 2 años de cárcel y cerca de 9000 euros en total a unos cuantos directivos y empleados indios, la mayor parte ya ancianos, de Union Carbide (la multinacional americana propietaria de la planta, que sería absorbida en 2001 por Dow Chemical) que quedaron en libertad bajo fianza.
Se sigue clamando, 30 años después, para que se haga Justicia o al menos algo para reparar un mínimo. Pero la Justicia no llega, como no llega a tantas ésas otras víctimas de ése otro "Bhopal" más silencioso que produce cada año cientos de miles de víctimas a consecuencia de la exposición a pesticidas u otros contaminantes químicos a escala global.
Bhopal debiera ser un aldabonazo en la conciencia, si es que esta existe, adormecida tantas veces por intereses muy particulares, de la Humanidad, acerca de los riesgos de cierta forma de "progreso"
Carlos de Prada