La Semana de Pasión
Aparte de la Semana Santa, nuestro país ha vivido la semana pasada su particular Semana de Pasión con la elevación de la prima de riesgo por encima de los 400 puntos y una caída generalizada del índice bursátil Ibex.
Muchas parecen ser las incertidumbres que genera nuestro país y sus presupuestos. Se indica que no parecen conjugar adecuadamente el crecimiento con el ajuste presupuestario y que nuestro país tampoco crecerá en 2013.
También se dice que al no haber disminuido el tamaño de la administración española no se garantiza la minoración del gasto público ni el cumplimiento del presupuesto con su objetivo de déficit del 5,3%, aparte de que el endeudamiento público se acercará al 80% del PIB. Por otro lado, cada vez se manifiesta con mayor profusión que el problema español no es sólo de endeudamiento público sino también y mayormente privado, lo cual genera numerosas dudas sobre la capacidad de desapalancamiento de ambos sectores dadas las perspectivas de la evolución de nuestra economía.
Además se apunta que la reforma del sector financiero parece estar empantanada por la falta de recursos y por tanto el crédito continúa sin fluir y que la elevación del impuesto sobre sociedades para grandes compañías hace menos atractiva la inversión en empresas españolas, motivo por el cual se alejan los inversores de la bolsa española.
Asimismo los recientes resultados de las elecciones andaluzas y asturianas y la deriva independentista del partido catalán Convergencia, generan dudas sobre la capacidad del ejecutivo del PP para embridar el gasto autonómico.
Y ya como guinda, llegaron las palabras del Presidente francés Sr. Sarkozy referidas a la mala situación de nuestro país, las cuales han venido a sumarse a las del Sr. Monti del mes pasado, y que han añadido más leña a la hoguera en que nos han colocado en el exterior. Cuídanos Señor de nuestros amigos que de nuestros enemigos ya nos cuidaremos nosotros.
Creo que por todo lo indicado, se empieza a constatar un desgaste acelerado del gobierno que empieza a ser percibido por el partido que lo sustenta. Hemos conocido el barómetro del CIS del mes de marzo en el que se indica que solo el 26,7% de los votantes del PP confía en que el nuevo Gobierno mejorará el escenario que vive el país, lo cual pone de manifiesto un gran pesimismo. También los resultados de las elecciones andaluzas han puesto de manifiesto un alejamiento rápido de votantes del PP como consecuencia de una serie de reformas impopulares tanto en el fondo como en la forma de adopción.
Es cierto que la tarea que tiene por delante este gobierno o cualquier otro, del signo que fuese, es una tarea titánica a pesar de su mayoría absoluta Y más complicada si cabe, si desde la oposición el partido del gobierno no había trazado un plan de actuación para después de las elecciones, como aparenta en muchos momentos.
Y es tan titánica y hay tanto qué ganar y qué perder que creo que a pesar de la mayoría absoluta de que goza debería sentarse a la mesa a tratar todos los problemas que nos aquejan y todas la posibles soluciones con el resto de partidos, presidentes autonómicos, patronal, sindicatos y empresarios de verdad (los que se reunieron recientemente con Su Majestad) y ponerse de acuerdo en una distribución de tareas y cargas justas y equilibradas, llegando a desarrollar un plan de actuación ordenado y coordinado para toda la legislatura.
No ignoro que no es fácil. Que los partidos importantes están a la greña, como siempre, luchando por hacerse con el control de los resortes del poder y ver si pueden poner a los suyos en los mismos. Que todo el mundo quiere mantener sus parcelas y que los esfuerzos y las decisiones duras no gustan a nadie cuando le afectan.
Pero ya que desde Europa últimamente nos atacan con fuego amigo y además ya vimos en Italia y Grecia que cuando un gobierno no obedece sin rechistar al "Kaiser Merkel" y al "Emperador Sarkozy" se pone en el país de turno un gobierno títere y se guarda la democracia y la soberanía nacional en el armario para una mejor ocasión, es el momento de estar más unidos que nunca.
Es por lo que entiendo que en este momento, debería ser la más alta representación del Estado Español, Su Majestad el Rey, quién hiciese ver la conveniencia de avanzar por el camino del diálogo y del compromiso a todos los interlocutores descritos. Ya los hemos hecho y vivido antes y podemos volver a hacerlo.
Y por último, me gustaría que estas líneas sirviesen para hacer un llamamiento en la dirección indicada.
José Luis Martín Miralles-Estrella Digital
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