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La increíble historia del ministro al que se le iba atragantando el Estado de Derecho

“El uso de medios antidisturbios se hizo "siempre" bajo los criterios de "congruencia, proporcionalidad y oportunidad" ante la "inusitada violencia" empleada por "inmigrantes jóvenes de complexión atlética" que trataron de entrar a la ciudad autónoma”.

 

Al terminar, el hombre carraspeo un poco y bebió agua, a veces los sapos se ponen bravos y se agarran a la garganta, dejando secuelas a su paso. Luego se acercó a uno de los suyos y le preguntó “Qué, he estado bien”, has resuelto muy bien, Ministro, primero lo más complicado y, luego las explicaciones profusas, ideal para un caso como éste.

Intento imaginar a los amenazantes subsaharianos atléticos de los que se tuvo que defender la Guardia Civil y solo me viene a la cabeza Samia Yusuf Omar. Es posible que alguien la recuerde porque tuvo un pequeño hueco en las noticias. La somalí  había conmovido al mundo con su carrera en los 200 metros en los Juegos Olímpicos de Pekín, donde llegó última, pero recibió una fuerte ovación del público, que la vio como un ejemplo del verdadero espíritu olímpico. No pudo, sin embargo, repetir su participación en Londres, pues murió en el intento de llegar en una patera a las costas italianas.

Es probable, incluso, que el ministro empiece a pensar que rescatar cadáveres, es más inútil que ayudar a alguien para que no llegue a serlo

Lo confieso, no tengo amigos que me puedan contar de primera mano su experiencia para llegar a España como inmigrantes sin papeles. Pero para eso sirve el teatro, tan bien sirve una buena película o un buen libro; para acercarnos como si se tratase de un hermano o un amigo, a personas que nunca conoceríamos de otro modo. Así es que gracias al teatro y a la función “La increíble historia de la chica que llegó la última”, pude conocer a Samia y no sólo saber de su existencia, sino también, sentirme en comunión con sus sueños, sus problemas, las barreras que intentaba vencer, alegrarme con sus pequeñas victorias y admirarla por no dejar de luchar por sus sueños hasta la muerte. Ahora no puedo borrar su imagen de mi cabeza, al escuchar la noticia de esas personas muertas intentando llegar a la orilla “guay”, desde la orilla del hambre y la miseria. Seguro que todas ellas, como Samia, tienen una historia que nos hubiera conmovido al conocerla. Me gustaría invitar al Sr. Ministro al teatro, a lo mejor le pasa como a mí y, cada vez que lea informes sobre lo que ocurre en la frontera, el rostro de Samia le hace pensar de manera diferente sobre los atléticos jóvenes subsaharianos, y a lo mejor, empieza a parecerle paradójico que los recursos se inviertan en recuperar los cadáveres, de la misma manera que se invierten en que no lleguen a nuestra orilla, la “guay”, no la de la miseria y el hambre. Es probable, incluso, que empiece a pensar que rescatar cadáveres, es más inútil que ayudar a alguien para que no llegue a serlo.

La dama boba