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La fiesta de la democracia

Un portero escogido al azar, Arbeloa, Coentrao, Varane, Nacho, Illarramendi, Medrán, Khedira, James, Isco y Chicharito. Esos fueron los chavales que se enfrentaron al Cornellá fútbol club, un equipo de segunda B, que es la categoría donde se acaba la fiesta y comienza la costumbre. Excepto el mejicano, todos los nombres pueden cumplir funciones de centrocampista. Y así fue el encuentro, un montón de jugadores madridistas dicharacheros y felices, esparcidos por el norte del campo como una masa gelatinosa y dialogante. Faltaban las puntas de lanza, que convierten el campo en un desplegable enorme a todo color, y algún jugador como Khedira andaba fuera de la norma estilística y se encontró perdido entre tantas líneas de pase. Pero la función tomó el color adecuado, una diversión con público hasta que la luz enfocara a Jesé, la estrella en ciernes a la que hace meses atropelló un mamut y que estaba programada en cartelera para entrar a media hora del final.

Illarramendi crea un orden sencillo a su alrededor y es trabajador aplicado y modesto. No tiene problemas en que otro jugador le quite el mando y comience a dictar sentencias. Isco y James bajaban a su posición y le robaban la bola, que en sus pies cobraba otro brillo mucho más agresivo y terminal. Son dos jugadores hechos para el daño, aunque el primer agujero de la noche vino por el lado de Arbeloa, al que un jugador del Cornellá lo sacó de quicio en el área y le obligó a hacer el 75 por ciento de una pena máxima. Esto no se suele pitar en el Bernabéu, pero el árbitro se puso de parte de los oprimidos ante la condescendencia general. Al jugador catalán le faltó oxígeno cuando se vio en el centro de la función y echó la pelota al limbo. 

En la jugada siguiente, Isco se encuentra con un balón en la mediapunta y se la cede a James sin circunloquio alguno. El colombiano la eleva sobre el portero y todo ha salido tan bien que los niños dan saltitos de alegría. Es el engaño del genio, esa facilidad para cruzar los tiempos con los espacios. Después del gol, más combinaciones y tiempo para fijarnos en Medrán, que hila al compás de los otros, pero al que no se le adivina el pespunte del genio. También en Khedira, empeñado en su ida y vuelta perpetuo y fuera del tono general. Si no vuelve a pegarse contra el quicio de alguna puerta, volverá a hilvanarse al juego, o Ancelotti encontrará un rol diferente en este Madrid de exquisitez variable.

James bajó al centro del campo, abrió el horizonte con un regate y divisó a Isco que se colaba por la puerta giratoria. Allá le mandó una pelota perfecta de temperatura, peso y gravedad, como todas las del colombiano siempre en armonía con el entorno, y el malagueño definió a la manera morosa y zumbona de los mediapuntas del sur. Dejando que pasara la eternidad y media suficiente para que el portero se acostara de medio lado, y elevándosela por ahí. Los jugadores se felicitaron, el estadio se unió al jolgorio y poco después, Chicharito tuvo un detalle amoroso con James al dejarle un balón precioso de tacón al borde del área. El colombiano volvió a demostrar la afinación de su zurda y la puso en la red con un erotismo leve, de antes de la medianoche.

Los jugadores del Cornellá no se desvanecieron como pedía la afición (todos los pasos libres para la goleada!), y zumbaron en la segunda parte convirtiendo el partido en un tostón. El Madrid sólo vistió un poco los ataques con la salida de Jesé, que se juntó inmediatamente con Isco (no sabe nada, el niño) y marcó en un gol muy de Cristiano. Vuelta entera al campo hasta encontrar el hueco detrás de la defensa, pausa para esperar el pase del genio, y definición rasa (más sensible la de Jesé; más violenta la de Cristiano) junto al segundo palo. ¿Qué se le vio al canario? Un poquito de miedo a chocar contra los otros. Ese mismo trotecillo de purasangre nervioso que tiene el portugués. Un par de regates obcecados que no podían salir. La forma de bajar el balón, de suavizar su caída, de llevarlo envuelto que tienen los que duermen con la pelota desde niños. Todo lo que dejó, y donde lo dejó cuando lo lesionaron. Fueron sólo 30 minutos de Jesé, y los aficionados ya están pidiendo una sitcom para verle domar la pelota desde el desayuno hasta la medianoche. Y mientras andaba el canario rondando la pelota, se acabó el partido, y del Cornellá ya nadie se acordaba. El día en que volvió Jesé. Eso fue todo.

R. MADRID, 5-CORNELLÀ, 0

R. Madrid: Pacheco; Arbeloa, Varane (Llorente, m. 46), Nacho, Coentrao; Medrán, Khedira (Jesé, m. 56), Illarra; Isco, James Rodríguez (Javi Muñoz, m. 63) y Chicharito. No utilizados: Keylor Navas (p) y Carvajal.

Cornellà: Iñigo Alberto; Pere, Borja López, Pelegrí, Israel; Gaudioso (Joaquín, m. 56), Sergio Gómez, David García, Boniquet; Óscar Muñoz (Trujillo, m. 56) y Álex Gallar (Pep Caballé, m. 69). No utilizados: Segovia (p) y Dani Martí.

Goles: 1-0. M. 16. James. 2-0. M. 32. Isco. 3-0. M. 34. James. 4-0. M. 60. Borja López (pp). 5-0. M. 77. Jesé.

Árbitro: José Luis González González. Amonestó a Illarramendi y Javi Muñoz.

Estadio Santiago Bernabéu. Unos 60.000 espectadores.

Ángel del Riego