Última hora

La comprometida clase media

Es señal de estos inciertos tiempos que corren que el analista que anunció estupendamente "el fin de la historia" en 1989, cuando el imperio soviético se derrumbaba y la democracia liberal orientada al libre mercado parecía inevitable, acabe de publicar un nuevo ensayo con el provocador título de "El futuro de la historia".

El artículo de Francis Fukuyama aparece en la edición de enero de la publicación Foreign Affairs. Ofrece una buena introducción a la que podría ser la mayor polémica política de 2012- el declive de la clase media en Estados Unidos y en todo el mundo. Sin esta clase media, aduce Fukuyama, la democracia liberal pierde su ancla.

"Proteger a la clase media" es un gancho desgastado para ambas formaciones políticas en este año electoral presidencial. Pero Fukuyama afirma con contundencia que el peligro no viene de las políticas tributarias ni fiscales de cualquiera de las formaciones, sino de la dinámica misma de la economía global moderna. Este nuevo mundo puede ser plano, pero también está escorado - decantándose los beneficios de forma desproporcionada en favor de la élite.

"La desigualdad siempre ha existido, como resultado de las diferencias naturales de talento y carácter", escribe Fukuyama. "Pero el mundo tecnológico de hoy en día magnifica de forma colosal estas diferencias". Unos pocos afortunados "pueden convertirse en magos de las finanzas o en ingenieros de software y embolsarse una proporción progresivamente mayor de la riqueza nacional".

Fukuyama es un oráculo útil. "El final de la historia" fue citado de forma generalizada como apogeo del optimismo post-Guerra Fría, y después criticado con virulencia tras el 11 de septiembre de 2001, cuando la historia parecía haber vuelto para ajustar cuentas.

Fukuyama no revisa su entusiasmo por la democracia liberal, a la que todavía considera "la ideología por defecto en gran parte del mundo hoy". Más bien cuestiona si el mercado global puede ser enemigo de la democracia liberal, en lugar de su criado. En 1989 entendió el mercado global movido por la tecnología - y su riqueza en permanente contagio - como razón crucial del "final de la historia" y la suscripción universal de los valores democráticos. Ahora teme que la globalización esté erosionando a la clase media que, históricamente, es el garante del orden político liberal.

"¿Y si el progresivo desarrollo de la globalización y las tecnologías mina la posición de la clase media e imposibilita alcanzar la posición de la clase media a más ciudadanos de una sociedad avanzada que una minoría?" pregunta Fukuyama. Él destaca que este proceso está comenzando ya en Estados Unidos, donde la renta media lleva desde la década de los 70 estancada. Y advierte: "La clase de trabajo llevado a cabo por la clase media de siempre en el mundo desarrollado ahora puede ser realizado de forma mucho más económica en otros sitios".

Fukuyama prevé mayor indignación entre los estadounidenses de clase media hacia el sector financiero. Pero destaca la paradoja de que el principal beneficiario haya sido el movimiento de protesta fiscal tea party que apoya el estatus quo, en lugar de los indignados del colectivo Occupy Wall Street que lo cuestionan. Esa dinámica es evidente también en Europa, donde, dice Fukuyama, "la izquierda está anémica y los partidos populistas de derechas hacen importantes progresos".

Esta crítica es reseñada por Foreign Affairs, como artículo central del número de su 90 aniversario. Como parte de esta batería, los editores incluyen extractos de artículos publicados desde la fundación de la revista - incluyendo muchos que discutieron el ascenso del comunismo y el fascismo en respuesta a la crisis económica de los años 30.

Supone lectura preocupante, como este artículo de 1932 que pretendía explicar el creciente atractivo de Adolfo Hitler en Alemania: "A nivel fundamental es una cuestión de los tiempos difíciles que se han instalado en Alemania… En lo que respecta a las clases medias, que solían constituir la columna vertebral de Alemania, el estándar de vida está muy por debajo del nivel pre-guerra".

Mientras la Campaña 2012 se hace tangible esta semana, la cuestión principal es la economía. La opinión pública está indignada con la élite del sector financiero que parece estar sacando tajada del sistema, pero constituye un testimonio de la salud de la política estadounidense que ni el Presidente Obama ni sus principales rivales Republicanos estén haciendo demagogia con la cuestión. Cada candidato tiene un plan de renovación económica a varios niveles. Lo que brilla por su ausencia es una fórmula para superar la parálisis política nacional de forma que se pueda implantar tal programa.

En un pasaje que es llamativamente parecido a algunos de los publicados en Foreign Affairs en la década de los años 30, Fukuyama destaca: "Mucha gente admira en la actualidad al sistema chino no sólo por su trayectoria económica sino también porque sabe tomar con rapidez decisiones complejas de calado, en comparación con la agónica parálisis legislativa que ha azotado Estados Unidos y Europa en la misma medida durante los últimos años".

Ello constituye una señal de peligro - que la gente se fije en un estado totalitario en busca de un sistema que funcione.


Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

David Ignatius

Comentarios