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Humo para tapar el incendio

La penúltima cortina de humo ha sido la ocurrencia de la lideresa de Madrid, Esperanza Aguirre, para que las autonomías devuelvan al Gobierno de España las competencias en Sanidad, Educación y Justicia. Inmediatamente, políticos y comentaristas han arremetido contra la estrambótica  sugerencia. Voces airadas han descalificado a la autora, mientras los más informados han destacado la imposibilidad de tal regresión histórica, sin un cambio radical de la Constitución vigente desde 1978; un cambio que precisaría de un acuerdo parlamentario de dos tercios de cada una de las cámaras legislativas regionales y otro tanto de las Cortes nacionales. En fin, una mayoría que no se ha dado nunca, desde la aprobación en referéndum de la Carta Magna. Incluso el propio Mariano Rajoy desestimaba de inmediato “el invento” de la Presidenta Madrileña.

Pero ya era tarde. En las siguientes horas, comentaristas y tertulianos se lanzaban (ellos, sí, con abrumadora mayoría) a denostar la chusca iniciativa; algunos, incluso, con razones de peso. Como diría el ínclito Luis María Ansón “no se hablaba de otra cosa en círculos políticos y periodísticos”. Y aquí no tengo más remedio que preguntarme y preguntar a quien esto lee ¿Y eso no lo sabía Doña Esperanza? ¿De verdad alguien cree que una persona que lleva décadas en política, que ha sido concejala, ministra, y Presidenta del Senado, ignoraba que hacía una propuesta imposible? Yo, no. Es más, estoy seguro que se ha sonreído ante la avalancha de comentarios, y ha pensado “cómo pican el anzuelo”. Y tiene razón: a esa misma hora, y solo un día después de negarlo rotundamente, el transporte público de Madrid “remodelaba sus tarifas” para realizar la mayor subida en los últimos diez años.
Este era el incendio real; sus declaraciones, tras la visita a Moncloa, el humo con el que disimular las llamas que a partir de ya nos abrasarán a madrileños y visitantes; al menos, a los que no nos podamos permitir el lujo de transitar en coche con o sin conductor, esto es, a la mayoría. Esa misma mayoría a las que nos descuentan los impuestos antes de cobrar la nómina, para que no se nos ocurra llevar el dinero a un paraíso fiscal y declararlo luego pagando el 15%.

Pero no sonría, Presidenta, su treta solo ha dado resultado en ese círculo donde se mueven usted y otras docenas como usted: políticos con carnet, asesores bien pagados, periodistas a los que conoce por su nombre, gente de su entorno… Pero en Madrid, y en España, vivimos –cómo podemos-, trabajamos –cuándo podemos- y opinamos –aunque no le guste- muchos millones de personas, y, en las últimas horas, en la cola del supermercado, en el desayuno apresurado, en ese transporte público, que nos quieren convertir en artículo de lujo, nadie se acordaba de su estrafalaria propuesta política, sino de ese billete para diez viajes a doce euros, de esos dos euros por desplazamiento, salvo que el trayecto, por breve, no sea digno de tal nombre. Ya ve: tanto humo no ha impedido que la gente corriente, esa de la que solo se acuerdan cada cuatro años, viéramos que pretendía taparnos las llamas del incendio que acababa de encender.

Jaime Olmo Mitre - Estrella Digital

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Jaime Olmo Mitre