Gallardón y el dolor
Según parece, el ministro Gallardón siempre tiene que estar compitiendo a cara de perro con alguien: si ayer con Esperanza Aguirre para hacerse con los mandos de la derecha, hoy con su colega Wert para convertirse en el miembro más aborrecido del Gobierno. En esa carrera absurda y tan poco edificante, pero tan reñida, parecía que el de Educación (?) cobraba alguna ventaja con su multicruzada contra la Educación precisamente, pero en las últimas semanas, y no digamos en los últimos días, el exalcalde de Madrid la ha enjugado, y de qué manera: los jueces, que alguna vez le ampararon en la restauración de su honor dañado, ahora no quieren, literalmente, ni verle. Ni los jueces, ni los fiscales, ni los abogados, ni los secretarios judiciales, ni los "usuarios" de la Administración de Justicia, ni nadie.
El ministro Gallardón siempre tiene que estar compitiendo a cara de perro con alguien
La soberbia de Gallardón al imponer y justificar sus tasas abusivas, sus recortes y sus otras "reformas" contra la opinión unánime de la judicatura, y que representa un plus innecesario de mortificación para sus víctimas, tendría su origen, uno de sus orígenes, en algo que se le escapó el otro día al soltar una frase escalofriante: "Gobernar, a veces, es repartir dolor". Queda el lector, que por serlo en estos tiempos de profunda y extendida agrafía se le supone la perspicacia, a solas con esa frase que tanto revela, quedándose el columnista tan solo con el ejercicio menor de seguir componiendo un artículo en torno a ella: Gobernar, a veces, es repartir dolor. Podría, en verdad, repartirlo "a veces", solo a veces, pero cuando se está imbuido de esa suerte de "bondage" político, se ve que uno se ciega, pierde el sentido de la proporción y de la medida, y se pone a repartir dolor todo el rato, sin tasa, que si hubiera tasa, tasas, ya se lo pensaría.
Frase por frase, mucho más feliz, pese a aludir a un hecho tan desgraciado, la que pronunció sobre las tasas precisamente uno de los promotores del acto conjunto de protesta de los actores judiciales contra las demasías del ministro: "Del derecho a la tutela efectiva de la Justicia, vamos al de la tutela en efectivo". Según Gallardón, penetrado de su alta misión de hacer daño, los jueces dicen esas cosas porque les ha quitado la paga de Navidad. Ahí es donde Wert comprendió que la carrera se le está escapando.
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Rafael Torres