Estaba el pueblo en un sosegado silencio, …
“… porque todos sus vecinos dormían y reposaban a pierna tendida, como suele decirse”, nos dice Cervantes de la entrada de don Quijote y Sancho en El Toboso.
“…el hierático silencio de la divinidad” , así define José María de Areilza el silencio de los dioses.
“Señor: no pido más que silencio,
el silencio de las noches de la llanura como aguas neblinosas
(Jorge de Sena, poeta portugués)
El silencio siempre ha inspirado a los poetas, lejos del estruendo. Todos los grandes pensadores y escritores han alabado el silencio. Azorín ha sido paradigmático. Su propia escritura se diría que es silenciosa.
Hasta la música puede ser considerada como “silencio que anuncia o preanuncia el sonido y el ritmo” (Jorge de Sena). El lenguaje es sonido con significado, es un ruido social. El ruido solo, no.
La virtud del silencio, así como la del hablar quedo, es rara y no se prodiga. Los atentados contra el silencio hoy día son menos bucólicos y más frecuentes: los móviles (ubicuos hasta en las librerías), la música “ambiental”, las televisiones en los cafés y bares, también en librerías, como la Antonio Machado de Bellas Artes, en Madrid, la música insistente, avasalladora y hortera de los VIPS, las motocicletas con escapes reformados, que ningún policía municipal se molesta en controlar, las bocinas irritadas e irritantes de Madrid (tampoco he visto jamás poner una multa por tocar el claxon).
El campo y los jardines, que se habían librado del ruido, ya están mecanizados hasta el absurdo: no se barren las hojas muertas, se lanza una sopladora, un tubo de motor que echa humo y hace ruido, ya no se varean las olivas, hay vibradoras, y las podadoras han sustituido a las hachas y a las tijeras. El mito del campo silencioso se lo ha cargado el agrobusiness.
El silencio, la quietud parece que fueran considerados como sinónimos de aburrimiento. La fiesta es, por definición, con ruido (no música, sino barullo). El horror vacui ante el silencio y la quietud por medio de la voz altisonante, de la carcajada feroz no es, en definitiva, sino una forma de defenderse, de estar a la defensiva pues la verborrea y la locuacidad ocultan más que muestran. Cierto que el hablar alto proviene de sociedades rurales en las que para hacerse oir había que elevar el diapasón. Pero hace mucho que los españoles hemos dejado de ser rurales y el griterío no se justifica.
El silencio ha sido a menudo más expresivo que las palabras y muchos dramaturgos –como los músicos- han usado de los silencios para mejor definir una situación.
Ortega y Gasset en la que se quejaba en una carta de unos ruidosos gallos en Marburgo, en 1912 –“parece que les pagan por hacer ruido”- y decía que los españoles eran parecidos. Parece que no hemos cambiado.
El silencio es una posición ideológica cuando nadie escucha, cuando no sirve de nada decir o hablar. El silencio sirve, como la palabra, de legítima defensa.
No voy a pretender hacer un tratado del silencio, pero sí es preciso elogiarlo. Precisamente el que define Cervantes a la entrada de El Toboso, es sosegado, es apacible, reparador. El silencio ayuda a pensar, a leer, a sentir. La poesía deja percibir el silencio. No es el silencio impuesto, no el silencio del enfado o del rechazo, no es siniestro. Aquí hablamos del silencio que deja meditar o soñar, o estar a solas con los propios pensamientos o sentimientos.
Dos libros recomiendo: el de David Le Breton, El silencio. Aproximaciones (Ediciones Sequitur, 2009), es una excelente explicación y reivindicación del mismo. Le Breton distingue todos los tipos de silencios, los agresivos, los enfados, la defensa, el sometimiento, el resentimiento. Y El paisaje sonoro, del musicólogo canadiense R. Murray Schafer (editorial Intermedio, 2013).
En fin, a ver si los alcaldes españoles leen esos libros para no caer en el ridículo de tener que declarar toda España ZPAE, Zona de Protección Acústica Especial, que es una de las más recientes y sonadas (nunca mejor dicho) bromas del Ayuntamiento de Madrid. ¿Qué harán con los camiones de la basura?
Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye