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España: No hay dos sin tres

Un modo de juego. Y un modo de entender el juego. En eso consiste el éxito de la España que hoy ha hecho historia en Kiev. Pocos apostaban por un éxito renovado, con llegar a la final, decían, ya es suficiente. Pero el mérito de ese estilo de juego inteligente, estudiado, cooperativo entre un elenco de deportistas generosos y con cabeza, no tiene sentido de los límites y tal y como sucede en el campo de juego, la profundidad es el resultado de la planificación de la jugada y, por tanto, el camino del gol, es decir, de la victoria.

A estas alturas, los elogios son innecesarios y hasta se nos hacen exagerados porque todos ellos terminan por parecer un despropósito frente al juego bello del balón, la posesión, el ataque y el resultado. Las palabras de esta selección están en el vocabulario parco y sensato del seleccionador y en el movimiento preciso y táctico de los jugadores.

Ese es su lenguaje, el de la técnica y la limpieza, el de la idea constructiva, el juego compartido mediante el pase insistente, nunca cansino, hasta que se ve la posibilidad de la definición mediante el arte y la magia de un juego que deslumbra y oscurece: deslumbra a las aficiones y oscurece a los rivales.

En ese modo de jugar y de entender el juego fructifica una ambición nacional, probablemente la única que nos une sin distinción posible, y que refleja que a veces cuando las batallas son las más importantes podemos compartir, todos juntos, el sueño de la gloria. Y la gloria misma. A ellos, también les debemos esta lección de unidad, cohesión y juego compartido.

Que aprendan los demás. Que aprendamos todos. Pero después de celebrarlo.

¡Enhorabuena selección! ¡Enhorabuena España!

Rafael García Rico-Estrella Digital

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Rafael García Rico