Empecinamiento suicida
La determinación del presidente de agotar la legislatura tras la situación de abismo en la que las elecciones del domingo han colocado tanto al PSOE como al propio Gobierno, es, más que ninguna otra cosa, un empecinamiento suicida. Y es suicida porque a estas horas el Gobierno habla solo. Los ciudadanos, mayoritariamente, han pasado página, están en otra cosa y es obvio que quieren otra cosa.
Al presidente siempre le ha gustado desafiar a los elementos. Hacer como si estos no existieran y si existen no son como los ven los demás, sino como él cree que son hasta que la dura realidad se impone y se impone de manera dolorosa y cruel. Se impuso en mayo de hace un año cuando tuvo que retorcer su discurso y ha sido en otro mayo cuando los ciudadanos han dicho que hasta aquí se ha llegado.
Es difícil pensar que el tiempo va a favorecer a las expectativas electorales del PSOE. Nada hace pensar que las circunstancias les vayan a ser favorables y menos probable aún es que sean capaces de adoptar medidas acertadas y que los ciudadanos las perciban como tales. La necesidad de culminar reformas ha sido el gran argumento, pero ¿qué reformas? Tienen por ahí colgando la reforma laboral y no parece haber especial urgencia y si hay que abordar otras reformas estas en ningún caso pueden ser todas por un gobierno tan legítimo como contestado.
Agotar la legislatura no depende solo del Presidente aunque haya dado la impresión de que tiene todos los elementos para que esto sea posible. Sin el PNV, el Gobierno no es nada y Urkullu ya ha advertido que lo de Zapatero le parece precipitado y que ellos, los nacionalistas, han apoyado las cuentas de 2011 a cambio de unas transferencias que aún no se han firmado. Es verdad que el País Vasco da para mucho pero si el PSOE se aviniera a pactar con Urkullu, por ejemplo, la Diputación o el Ayuntamiento de Álava, la ruptura del pacto con el PP sería inmediata y Patxi López podría dar por concluido su paso por Ajuria Enea.
Pero Zapatero afirma que agotará la legislatura sin tener el apoyo cierto del PNV, sin pararse a pensar que cuando se paseé por Europa para hablar de economía paseará a un gobierno sin la necesaria fortaleza para que los demás se tomen muy serio las propuestas o iniciativas que pueda presentar o defender, sin tomar en consideración el factor “confianza”. Dice que agotará la legislatura con la misma tranquilidad que en su día afirmó que en España no había crisis. No llegar a tiempo en política tiene más riesgos que el mero error. Llegó tarde a la crisis y en mayo del año pasado le estalló en las manos. De entonces a aquí, ni él ni el PSOE han hecho caso de los síntomas que ya apuntaban lo que ha ocurrido. Permanecer hasta la extenuación que es, de momento, la opción de Zapatero es la peor opción de las posibles y además se la van a hacer imposible porque son muchos los socialistas que ven en la posición del presidente un empecinamiento suicida.