El momento de Rajoy
Seguramente, y con razón, se han agotado todos los calificativos para ilustrar la importancia de esta victoria del Partido Popular. Los titulares de todos los medios, aunque han tratado de buscar su distinción, no han podido –no hemos podido- evitar que se parezcan. Es lo que tiene esta contundente victoria de Rajoy, que es incontestable.
Las urnas han dado un veredicto basado en la esperanza y en la confianza que Rajoy ha generado en la mayoría de los españoles como el hombre capaz de sacarnos de esta crisis. Lo tiene complicado el próximo Presidente del Gobierno, pues a la crisis internacional se une la particular y propia española, esa que Zapatero no quiso ver hasta que le estalló en la cara, hasta que nos estalló en la cara a los ciudadanos.
Rajoy va a conformar un equipo sólido a su alrededor con una doble finalidad: transmitir confianza a los mercados y seguridad a los españoles. Lo segundo lo tiene asegurado y es de esperar que a corto plazo pueda lograr lo primero, aunque el último día de campaña hace que surjan las dudas. De poco sirva enfatizar ya contra Zapatero. El mal ya está hecho y lo que queda es mirar hacia adelante y construir futuro teniendo en cuenta lo que se mueve en nuestro entorno.
A Rajoy le queda concretar las medidas que empleará para atajar la crisis que, en todo caso, serán duras. Pero no queda otra, ni más remedio que meter la tijera en determinadas partidas. Ya no se trata de recortar el llamado Estado del Bienestar. Ese concepto ya ha muerto y carece de sentido en el momento actual. La situación de España hace que nuestro modelo de vida haya sufrido un cambio del que todavía no somos conscientes. El nuevo Gobierno ha de ser el encargado de devolvernos a la realidad y contarnos qué debemos hacer para que el mal sea el menor y para intentar salir del pozo.
Y ojo, en eso también deberá tener un papel importante el Partido Socialista. Un vez que haya digerido esta derrota y cruzado el proceso de la regeneración, tendrá que colaborar con el Gobierno incluso aunque no se lo pida ni lo necesite. El papel del PSOE en la oposición debe volver a ser el de partido responsable y propenso a los acuerdos y pactos de Estado por el bien de la Nación.
Y Rajoy, con la responsabilidad que asume, debe ser sincero con los ciudadanos, generoso con los derrotados y evitar caer en el revanchismo, camino fácil que ya han intentado mostrarle algunos y algunas en su partido. Rajoy debe estar por encima de eso y evitar, incluso, que se repitan los aplausos que esta noche se han producido cuando María Dolores de Cospedal daba cuenta de los escaños conseguidos por el PSOE. Es tan comprensible la alegría por la victoria, como necesario el respeto al derrotado.
Sobre todo porque es el momento de Rajoy. Y de los españoles.
Editorial Estrella