El asunto de la corrupción
Una pequeña confidencia: el pequeño Nicolás, que ha puesto en un apuro serio al secretario de Estado que le abrió puertas inocentemente, y al empresario que le facilitó teléfonos importantes, entre ellos el del rey Juan Carlos –para que se fíe uno de un jovenzuelo de 20 años con cara aniñada que parece no haber todo un plato en su vida- guardaba en su despacho un sello con la firma del director del CNI y del Secretario de Presidencia. Ha conseguido hacerse un dinerito cobrando un dineral de la tele que dice que no le ha pagado un duro, pero que se ande con cuidado porque con la querella del CNI encima de la mesa –muy bien argumentada- y el papel con la falsificación, se puede encontrar en una situación judicialmente muy comprometida, pena de cárcel incluida. Y a él no le pueden aplicar la ley del menor aunque parezca un crío.
El CIS advierte que los españoles están preocupados, preocupadísimos, por la corrupción. Se comprende, no hay día que no aparezca algún caso que clama al cielo. El último -o penúltimo, porque a lo mejor a la hora de leer estas líneas ya ha aparecido otro- es el de las cuentas de Bankia para facilitar su salida a Bolsa. Cuentas que tendrán que explicar Rato y Goirigoizarre, no solo para salvaguardar su prestigio personal sino también para salvar la imagen de Bankia, que ha pasado por infinitas dificultades y empezaba a levantar cabeza.
La impresión de que vivimos en un país de corruptos es real, como recoge el CIS, pero por otro lado habría que felicitarse porque por fin se ponen los elementos necesarios para luchar a muerte contra ella, sean quienes sean los corruptos, militen donde militen y formen parte de la élite o de los bajos fondos. Probablemente nunca se han conocido tantos casos de corrupción, pero se debe a que nunca como hasta ahora están trabajando contra esa lacra todos los organismos del Estado que tienen bajo su responsabilidad garantizar que somos un país decente. Y a los indecentes se les castiga con las penas del infierno, multas, prisión y ceses. Por tanto, algo hemos avanzado aunque la gente está furiosa con la corrupción. Tiene razones para estarlo, pero que mire el lado positivo: se lucha contra ella y además la mayoría de los casos más sangrantes pertenecen al pasado aunque se descubren ahora.
El asunto de la beca de Errejón clama al cielo, lo de los pisos y el nepotismo de Tania Sánchez no hay por dónde cogerlo
En Podemos están haciendo un monumento al victimismo con eso de que han aparecido indicios de que se han producido ciertos casos de corrupción en ese partido. No son muy relevantes, pero demuestran que hay dirigentes que se han movido en la corruptela, la picaresca y el pequeño fraude fiscal. El asunto de la beca de Errejón clama al cielo, lo de los pisos y el nepotismo de Tania Sánchez –más cerca de Podemos que de IU- no hay por dónde cogerlo, las cuentas de La Tuerka no resisten una revisión, y los datos sobre los dineros de Irán y Venezuela ya no los niega nadie porque no pueden negarlo. Dicen en Podemos que hay una campaña contra ellos porque pueden ganar las elecciones. Lo de siempre: los Pujol también dicen que hay campaña contra ellos, y los de CiU, y los alcaldes de la Gürtel, y los implicados en los ERE… En cuanto alguien se ve en situación comprometida, se defiende con la historia de que es víctima de una campaña.
El Gobierno ha tomado decisiones con las que pretende agilizar la acción de la Justicia. Ya era hora: no hay quien acabe con la corrupción cuando se tardan cinco, once o nueve años en completar la instrucción de un sumario.
Falta otra decisión importante, que se castigue a los jueces que filtran partes del sumario a conveniencia. Hay que meter mano a la corrupción, por supuesto, pero también debería el Consejo General del Poder Judicial debe estar atento a determinadas actitudes que tienen poco que ver con una sólida y profesional administración de la Justicia.