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Desahucios

Todo parece indicar que los desahucios que se están produciendo en España ya se han convertido en un problema político. Las imágenes de televisión y la noticia del suicidio de un hombre en Granada, una hora antes de ser desahuciado, han disparado la alarma social y a ningún político le gusta ese tipo de sobresalto porque lleva aparejado movimientos incontrolados de votos y eso no lo pueden consentir. Y, como no les gusta, quieren solucionarlo en reuniones urgentes como las que han mantenido Soraya Sáez de Santamaría y Elena Valenciano.

Y a mí eso me parece muy bien que se reúnan. Entre otras cosas, porque me encanta que la Oposición y el Gobierno se pongan de acuerdo en algo, aunque sea en un problema menor por aquello del número de españoles a los que afecta. El hecho no deja de ser un paso importante para que, algún día, puedan llegar a ponerse de acuerdo para solucionar los problemas gravísimos que, en este momento, zarandean a España.

Llegado hasta aquí, sería bueno recordar que el desahucio es el fin del proceso de ejecución hipotecaria que dura entre 18 y 24 meses, por lo que los desahucios que estamos viviendo son consecuencia de créditos concedidos por los bancos cuando estaba en pleno auge de concesión de hipotecas porque el gobierno del Olvidable ZP, ya en plena crisis, seguía diciendo que la economía española era de Champions.

Dicho esto, creo que el desahucio es un problema que se podría resolver de una manera muy sencilla y que no se entiende cómo no se puso en marcha hace mucho tiempo. Hablo, por supuesto, de la dación en pago.

Es cierto que las deudas hay que pagarlas porque, de lo contrario, sería el caos. Pero también es cierto que hay que hacerlo con justicia. Y la dación en pago, precisamente, es la solución a una injusticia. Porque, si no se puede pagar la hipoteca utilizada para comprar el piso, es justo que se embargue el aval, que es el propio piso. Pero no es justo que se haga entrega del piso y se tenga que seguir pagando la deuda con el banco, como ocurre en la mayoría de los casos. Insisto, como ocurre en la mayoría de los casos.

Lo inventaron los americanos porque consideraban que perder la casa ya era suficiente castigo y consideraban que, entregándolo, ya no le debía nada al banco.

¿Por qué, entonces, no ha llevado a cabo una cosa tan sencilla en España? Porque los bancos no quieren el piso sino que se les pague. Quieren el dinero que prestaron y, encima, se quedan con el piso como castigo al moroso. Y se defienden diciendo que una ley de esas características no podría ejecutarse por la propia irretroactividad de la ley. Hecho que impediría su aplicación ya que estos créditos se concedieron hace tiempo.

Y en eso llevan razón. Pero la ley también puede tener sus excepciones. Excepciones que se podrían solventar, políticamente, sin excesivos problemas.

¿Van por ese camino los acuerdos a los que han llegado Oposición y Gobierno?

Me temo que no. Legislarán, eso sí, otras excepciones más demagógicas que sólo servirán para paliar parte del problema. El que retratan los medios. El más escandaloso. El que descontrola el voto. Pero ese, aunque lamentable, es muy minoritario.

La Avispa-Estrella Digital


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