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Desahucios y codicia

Dice el diputado socialista, Antonio Hernando, que los ciudadanos no pueden esperar y ha propuesto que los dos grandes partidos se encierren en una habitación para buscar una solución al tema de los desahucios, y no salgan de ella hasta que tengan un texto definitivo para afrontar este problema". Tal vez haya sido solo una forma de hablar, pero yo me apunto a la propuesta. Los datos son demoledores: en este país han sido ya desahuciadas 400.000 familias y se espera que vayan a ser 200.000 más durante la crisis. Eso significa que, cada hora, ocho hogares viven este drama. Parece que, por una vez, el PP y el PSOE se han puesto las pilas y que están dispuestos a hacer frente a este drama social intolerable. Y no solo ellos, el Consejo General del Poder Judicial ha pedido también que se paren los desahucios, y admiten que la ley hipotecaria crea disfunciones, no solo por lo obsoleta de la legislación sino por las injusticias que lleva aparejada una aplicación estricta. Tiene razón el portavoz del Consejo cuando avisa que la ley no puede ser sustituida por iniciativas particulares de uno o varios magistrados y que mientras la norma esté vigente se debe aplicar te guste o no.

Sea como fuere, en este asunto no deja indiferente a nadie. A todos se nos encoge el alma cuando vemos en televisión esas imágenes de familias, que hasta ahora habían cumplido con sus obligaciones puntualmente y que debido la crisis, a una mala jugada del destino, se ven en la calle. Ayer mismo leíamos en los periódicos el caso de Pilar y Aquilino, dos ancianos de 80 años que han estado en un tris de quedarse al raso... Hace apenas dos semanas lograron parar la subasta de su piso, que compraron 1971 y terminaron de pagar en el 75. El destino quiso que ¡tiempo después! hipotecarán su vivienda como aval para que su hijo pudiera abrir un bar y la cosa salió mal: "Por un hijo una lo da todo y claro los bancos engañan a los pobres como nosotros viejos, enfermos y sin dinero", afirmaba Pilar mientras entrelazaba las manos de su esposo.

Pilar y Aquilino, con la ayuda de la plataforma de afectados por la hipoteca, han conseguido parar la subasta y negociar un alquiler social, que les permitirá quedarse a vivir en el piso hasta que se mueran. Pagan entre 250 y 300 euros y ¡claro! aunque la vivienda ya no es suya, al menos no se quedaran en la calle. Si bien las plataformas de afectados por la hipoteca no tienen cifras de cuántos casos se podrán resolver con un alquiler social, esta es una fórmula que debería tenerse en cuenta, y aunque ya se sabe que es un acuerdo entre los particulares y las entidades crediticias -y por tanto no se puede generalizar- sí es una opción a contemplar.

Resulta escandaloso que los mismos bancos a los que estamos ayudando a sanearse con el dinero de todos, luego se nieguen a ayudar a quienes han sido víctimas de su codicia. Evidentemente, la dación en pago, que se utiliza en otros países, es una fórmula compleja, no tendría efectos retroactivos y algunos advierten que podría endurecer y mucho las condiciones para conseguir un crédito, pero no porque la solución no sea fácil es mejor mirar hacia otro lado. Los políticos están para resolver los problemas de los ciudadanos y ante la alarma social que crean este tipo de casos hay que decir ¡basta ya!. Por cierto, que esta fue una de las reivindicaciones fundamentales del

15-M y hay que agradecérselo a este movimiento. Dicho está.

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Esther Esteban