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'Delenda est España'
Hablemos del conflicto, pero sabiendo de qué estamos hablando. Con arreglo al mejor espíritu de la Transición, el sistema educativo diseñado en Cataluña para potenciar el dogma idiomático de los nacionalistas-inmersión lingüística en catalán, deconstrucción, unas veces de manera sutil, otras no tanto, de la Historia común de tantos siglos- fue aceptado por los gobiernos socialistas presididos por Felipe González y no repudiado, posteriormente, cuando gobernó el PP con José María Aznar.
Se vio favorecido por un extraño complejo: había que compensar los desmanes cometidos por el franquismo en Cataluña. Fue una contrapartida tácita, no escrita ni respaldada por ley o decreto. Todo lo contrario pese a que el exceso de celo en la aplicación de la inmersión lingüística a todas luces incumplía la ley que declara lengua oficial tanto al castellano como al catalán, desde el Gobierno central, como digo, no hubo interdicción, quizás porque como tantas veces hemos visto en los últimos años nuestros políticos piensan más en las elecciones que en los intereses de las próximas generaciones y CiU ha sido la bisagra con la que unos y otros han contado cuando no disponían de mayoría parlamentaria.
Venimos de un estado de cosas, eufemismos, equívocos y hechos cumplidos, que hace que si un "conseller" de la "Generalitat" proclama que su intención es "catalanizar" la escuela o la televisión, los medios barceloneses hablarán de él como de un patriota, mientras que si a alguien se le ocurre la idea de "españolizar" la enseñanza en Cataluña, automáticamente, será tildado poco menos que de fascista. Se puede comprender que la derecha española que en términos sociológicos podría ser considerada como heredera del franquismo (Fraga fue el aglutinador de las familias del Régimen), haya adquirido durante estos años conciencia de aquel latrocinio cultural perpetrado por los "galinsogas" de los años cuarenta y cincuenta, pero la izquierda -el PSOE el PSUC, el PCE o el PSC- ¿de cuando acá debían sentir complejo de culpa por los desmanes franquistas?
Perplejidad es la palabra. Desconcierto ante el hecho cierto de la adopción por parte de la izquierda española de los paradigmas y reivindicaciones de los nacionalistas habida cuenta de que estamos hablando -Lenin dixit- de "un ofuscamiento pequeño burgués". En fin, el daño ya está hecho. Son muchos los jóvenes catalanes que han hecho suya la mitología catalanista, el memorial de agravios, el "delenda est España" con el que pretenden poner etiqueta y trazabilidad a todos lo males que aquejan a Cataluña. Incluidos los recortes de sueldos a los funcionarios, el despido de docentes y el cierre de quirófanos y ambulatorios decidido por Artur Mas. Esos recortes del Estado del bienestar por los que tantos se manifestaron en Barcelona contra el gobierno de CIU hasta que Mas, después de la última "Diada" decidió liarse la "senyera" a la cabeza amenazando con romper la baraja y saltar por encima de la Constitución.
Desde la convicción de que estamos mejor juntos que enfrentados y separados, tengo para mí que todavía estamos a tiempo de exigir a los políticos que arreglen lo que la política va camino de romper. Es la hora de atemperar ciertos ideales políticos en nombre de los valores democráticos y de colocar éstos últimos por encima de los intereses partidistas. Esta vez hablamos de algo muy serio: una Historia en común que tiene ya más de cinco siglos.