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Cuatro preguntas

Nos gastamos un dineral promocionando la "marca España" sin caer en la cuenta de que la mejor y más eficaz campaña sería acabar con la corrupción. Desde los tiempos del Duque de Lerma, aquél gran corrupto especulador que consiguió trasladar la capital del Reino de Madrid a Valladolid para enriquecerse con la especulación inmobiliaria, no había vivido España una etapa de tanta mangancia asociada sin disimulo al poder que emana de la posición política. Eso era antaño; hogaño, lo que ha cambiado es el procedimiento y los protagonistas. Ahora los corruptores son presidentes o consejeros delegados de algunas constructoras o empresas de seguridad en pos de obra o de contrata pública. Basta con untar al tesorero de un partido, a los concejales de ciertos ayuntamientos o a los consejeros de esta o aquella comunidad autónoma. Las dos partes salen ganando a costa del erario, es decir: de los contribuyentes. Los grandes partidos políticos son empresas y como empresas que son necesitan ingresos para mantener a sus cargos públicos, sus sedes, sus empleados, su maquinaria propagandística, sus congresos y sus campañas electorales.

¿Estarían dispuestos a dimitir si se descubre que lo de los sobres no es una invención?

Las subvenciones de dinero público no dan para cubrir el mastodóntico despliegue de personal. Se calcula que alrededor de 40.000 personas viven de la política, al margen, claro está, de las que ocupan un puesto por elección o por libre designación en cualquier escalón de las cinco administraciones que se solapan unas a otras. Se habla mucho estos días del "caso Bárcenas", de la cuenta con 22 millones de euros que el extesorero del PP tenía en Suiza y de los sobres con dinero negro (entre 10.000 y 20.000 euros) que supuestamente habrían recibido una parte de los altos cargos del partido. Nadie ha dicho que fuera falsa la noticia publicada por "El Mundo". Lo más que hemos escuchado de labios de Cospedal, la secretaria general, es que a ella "no le constaba" que dicha práctica fuera cierta. Por su parte, el presidente Rajoy (que lo es también del PP), dice que no le "temblará la mano" si se descubren irregularidades.

Habla del futuro, pero no ha querido o no puede desmentir lo pasado en el pasado. Así las cosas, tengo para mí que, por decoro e higiene política cumpla cuanto antes la dirección del PP contestando a estas cuatro preguntas. ¿De dónde venía el dinero que administraba el tesorero del partido? ¿Qué empresas o empresarios pagaban? ¿Qué recibieron a cambio? y, por último, pero no menos importante:

¿Estarían dispuestos a resignar sus cargos, a dimitir, si se descubre que lo de los sobres no es una invención? Solo son, ya digo, cuatro preguntas.


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Fermín Bocos