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15M, no es lo mismo

Bienvenido, por oportuno y útil, el llamado movimiento 15M. Dicen en El País, y El País es un gran periódico independiente, que es un movimiento inspirado por nada menos que la revolución islandesa y su reforma constitucional, junto a las revueltas árabes, pasando por el fenómeno Wikileaks y las redes sociales. Extraña suma de categorías, pero todas ellas llenas de actualidad y de notoriedad en un tiempo político marcado por la campaña electoral.

Suelo simpatizar con los movimientos de generación espontánea que muestran el hastío y el hartazgo ante una situación social injusta. Tiendo a ser clásico, en cambio, en la costumbre de querer enfocar y canalizarlos, después, por las vías políticas que garantizan que la transparencia ideológica y la consecución de los fines de forma evidente están al alcance de todos.

Es, al menos para mí lo es, poco conveniente reconocer nuevos liderazgos individuales o colectivos por el mero acierto de haberse manejado con soltura en el universo paralelo de las llamadas “redes sociales”. Me interesa más el debate político y la consistencia de un discurso que no sólo contiene sustantivos y adjetivos que todos queremos oír, sino el que posee verbos y adverbios y todo el conjunto de palabras- unas agradables y otras no – que forman la realidad del lenguaje de la política.

La verdad es que me interesa la política y tiendo a mirar los acontecimientos a través de su prisma. De este movimiento social tan audaz, sólo sé que llega en vísperas electorales a cuestionar el sistema democrático identificándose con los sufrimientos del pueblo árabe – lo cual ya me parece bastante insultante- y a cuestionar el voto a las fuerzas políticas y sindicales “porque todas son iguales”.

Pues no. No es igual Tomás Gómez que Camps. Ni lo es y ni siquiera lo parece. Lo siento, decir lo contrario es hacer demagogia de tercera e insultar. ¿Es lo mismo Esperanza Aguirre que Carme Chacón? ¿Es lo mismo Rubalcaba que Mayor Oreja? ¿Son lo mismo los alcaldes de la Gürtel de Madrid que Maru Menéndez? ¿Es igual Díaz Ferrán que Fernández Toxo?

Pues no. Comparto la indignación con el capitalismo de hoy, que amparado en la crisis espera obtener ventajas recortando derechos sociales. Pero defiendo a los sindicatos que, con más o menos acierto, son el muro de contención de políticas como las de Aguirre que defiende el copago sanitario, la privatización de la educación o la supresión de los servicios públicos poniéndolos en manos del negocio privado.

No, no es lo mismo Aguirre que Gómez. No es lo mismo un campo de golf que un parque natural. No es lo mismo un hospital público que una clínica privada. No es lo mismo una lista de espera para las mujeres que tienen que someterse a revisiones que acudir a un médico de un día para otro y asegurar así la curación. No es lo mismo estar enferma si eres Aguirre que si eres Fernández, Gómez, Pérez, López…o Rubalcaba, que entonces te pierden el respeto y no te mereces el lagrimeo que con el que se agasaja a la condesa, y además te insultan y pasean tu enfermedad.

No es lo mismo. No. No todos los políticos son iguales. No por chillar porque uno está harto tiene de repente más razón que otros. Creo que la democracia española es un éxito y una garantía. Son sólo los antisistema los que piden el no voto. Los antisistema de pañuelo al cuello o de chaqué, porque defienden lo mismo: que nuestro voto valga menos que los que salen el domingo de misa a votar con toda la familia.

Si se trataba de devaluar el voto y asegurar la derrota de la izquierda, enhorabuena a los muchachos que han decidido indignarse en vísperas electorales, cuando estaba en juego otra legislatura de Aguirre tras dieciséis años de gobierno absoluto del PP. Muy buena la manifestación de Sol, frente al despacho de la lideresa, a la que no han mencionado ni en uno sólo de sus comentarios.

¿Independientes? No. Tonterías las justas. Espero que no cojan frío en la Puerta del Sol no vaya a ser que tengan que acudir a la sanidad pública madrileña. Y entonces ya veremos.

Rafael García Rico

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