jueves, octubre 3, 2024
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Han conquistado en 28 meses lo que Hugo Chávez en siete años

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Llegó Pedro Sánchez al poder gracias a una moción de censura asegurando que su estancia sería igual al tiempo que se tardaba en convocar nuevas elecciones, y hasta hoy. Una moción apoyada en un caso de corrupción del partido popular que luego se declaró nulo, aunque ya sabemos para qué sirve en este país la presunción de inocencia. Si te he visto no me acuerdo.

Es obvio que no lo supimos ver, pero la operación estaba perfectamente dibujada en la perversa mente de este siniestro personaje, que en aquel momento era un admirable líder que había sido capaz de enderezar un socialismo desnortado entonces y fagotizado hoy, del que sólo quedan los apagados rescoldos de lo que fue ese gran partido que se alzó con 202 diputados en octubre de 1.982 con Felipe González.

Era mucho el daño que a Sánchez le habían hecho sus propios varones e impensable para ellos la capacidad de venganza de este camaleón, que deja a los gatos a la altura del betún cuando del número de vidas hablamos. Pasaron todos de atacarle a adorarle, curiosa cualidad que sólo se da en política. No sólo dio arquitectura a su plan, como diría su amigo Carnicero, sino que desde entonces nada ni nadie le importa, más allá de su propia convicción de hacer lo que sea con tal de conseguir sus objetivos. A veces me asalta la idea de que hasta su propia familia le tiene que tener algo de miedo.

Desconozco, porque no la viví, cuáles fueron los motivos reales que condujeron a España a esa confrontación que en 1.936 nos enfrentó a todos en una guerra civil que hoy sigue estando demasiado presente gracias a esa Memoria Histórica que engendró el soñador Zapatero y continúa el ilusionista Sánchez. He leído a unos y a otros, he escuchado las dos versiones infinidad de veces, visto decenas de documentales y hasta convivido con quienes la padecieron. Por un lado mi Yayo, encarcelado mientras su mujer paría y 9 meses después fallecía, y al que despedí hace ya 20 años siendo Vicepresidente de los republicanos de Alicante, y por otro mi padre, votante socialista en las primeras elecciones. Lo que sí sé es que el nivel de confrontación de la sociedad civil de este país hoy en día es de tal polaridad y desencuentro, que me atrevo a pensar que no tiene que ser muy distante de la que hace 84 años nos llevó a enfrentarnos en armas.

Hoy tenemos un Gobierno que ha rebasado con creces todos los peldaños de la desvergüenza, al que la opinión de hartazgo general le entra por una oreja y le sale por la otra. Que no tiene el más mínimo empacho en decir una cosa por la mañana y la contraria por la tarde. Tenemos un dúo tan peligroso como inconsciente. El que duerme en la Moncloa ya tiene su ego tan colmado que ahora busca nuevos alicientes para saciar sus berrinches de autoritarismo, teniendo el último ejemplo en la declaración del estado de alarma para Madrid, fruto del revanchismo contra unos jueces que horas antes le tumbaron su chavista forma de imponer sus ilegales normas. Y el que duerme en Galapagar, más torpe pero más directo, que deja bien claro cada vez que sus medios de comunicación se lo permiten, que su objetivo pasa por imponer un nuevo régimen en este país, pasándose los autos judiciales por el arco del triunfo y persiguiendo con descaro y sin pudor el derrocamiento de la Monarquía Española.

¿Cuándo hemos visto que un Juez tenga que pedir amparo porque no deja de recibir amenazas de muerte?, ¿cuándo que la presidenta de un colectivo en Cataluña queme fotos del Rey y no pase nada?. Arrasar para construir, viejo lema comunista, asumido con comodidad por el sanchismo. Primero te arruino y luego te salvo, mientras por el camino voy imponiendo mis normas sin que te des cuenta, ¡qué bastante tienes con salvarte de la ruina cada día!. Que bien les ha venido la pandemia del Covid para llevar su plan adelante con tranquilidad, entreteniéndonos con el chantaje de los ERTE y el engañabobos del ingreso mínimo vital, al tiempo que calman a sus masas con mensajes de subida de impuestos a los más pudientes.

La historia, como su nombre indica, es lo suficientemente vieja como para tener conocimiento de todos los posibles caminos a recorrer. Los que nos mal gobiernan han marcado el suyo, y es la propia historia la que nos recuerda, cada día con nuevos motivos, que ese maldito sendero es el que nos conduce a lugares que conocemos. Los ataques a la Monarquía, la persecución de la justicia, los desplantes a las fuerzas y cuerpos de seguridad, el control de la educación, la compra de los medios de comunicación…son claros ejemplos de hacia dónde vamos. Quien vea en todo esto una exageración, que pregunte a un venezolano de 40 años, que nació en el país más rico de Sudamérica y hoy no tiene agua en casa, medicamentos en los hospitales, ni dinero para comprar lo básico. Sanchinflas y Coletavirus han recorrido y conquistado en 28 meses el doble de terreno que Hugo Chávez en siete años. A disfrutar lo votado!.

Leopoldo Bernabeu López

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