viernes, abril 19, 2024
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El problema es Hillary

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Las elecciones las perderá Trump pero no las ganará Clinton, aunque salga elegida.

Trump les encanta a nuestros antiamericanos primarios pues representa exactamente todos los vicios que el español común achaca a los yanquis y le confirma y conforta en todos sus prejuicios. Bueno, pues a pesar de ser el peor candidato posible, el más fácil de batir desde hace decenios, de ponérselo en bandeja, Hillary Clinton no ha logrado despegar. Lo que pierde Trump no se trasvasa necesariamente a Hillary. Y si le adelanta en las encuestas es porque él se atrasa a base de decir barrabasadas, no porque ella entusiasme.

Mujer trabajadora, sensata, con (regular) experiencia de gobierno, sin embargo, no convence mucho. Ni en transparencia, ni en sinceridad, ni en empatía sale bien parada. Ha dicho muchas cosas y lo contrario, ha pasteleado con Wall Street, ha insultado a los seguidores de Trump llamándoles, desde su alta torre, «deplorables». Esa ha sido su forma de lamentar el sufragio universal, pues parece que le gustaría que sólo votasen las élites educadas. 

A Hillary Clinton le gusta más el país legal que el país real. Sólo la tercera parte de sus votantes creen que dice lo que siente. ¿Es pro fracking o anti fracking, pro mineros del carbón o anti carbón? ¿Qué tipo de donantes y donaciones ha aceptado? En los debates con Trump no ha brillado, ha sido más bien tenue y aburrida, y sólo los recordamos por los disparates de él, no por las propuestas de ella. 

Le han echado una mano desde Michelle Obama hasta Khzir Khan, que tienen más sentimiento que ella. Con Bernie Sanders hubiera sido mejor. Era un hombre claro, con ideas propias y no fabricadas por gabinetes publicitarios, aunque perteneciese a esa vieja izquierda que algunos dicen pasada de moda. También hubiera sido mejor con Elizabeth Warren, fustigadora de Wall Street y del capitalismo de amiguetes tipo Goldman Sachs. El establishment demócrata no lo ha permitido, eligiendo a la políticamente correcta y más tranquilizadora, Clinton.

Pero el gran problema de fondo es un pesimismo muy generalizado que genera la insatisfacción y la pérdida de confianza o desengaño hacia los políticos, pues según el American Values Survey 2016, el 60% de los norteamericanos no confían en ella ni en Trump.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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