jueves, abril 25, 2024
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¿Dónde estaba Wally?

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Estando yo en mi bar favorito llegó mi amigo el de las pesadillas, siempre él, mostrándome un enorme dibujo con miles de figuritas pequeñas en una playa llena de cocoteros y me preguntó: «¿A ver si consigues encontrar a Wally?».

– Aquí está, le dije enseguida. Detrás del cocotero de la derecha.

– ¡Parecía difícil!

– Es que tengo nietos, me excusé. Me entreno con ellos.

– Ya, murmuró distraídamente. ¡A que ahora no le encuentras! Me lo dijo en tono desafiante, enseñándome una foto en la que estaban juntos el presidente francés Hollande, la canciller alemana Merkel y el primer ministro italiano, Renzi, en la minicumbre del pasado lunes en Italia para intentar relanzar la Unión Europea tras el Brexit.

– Es evidente, repuse. Solo están los tres mandatarios. Wally no podía figurar. Poco gentío.

– No estaba porque nadie le invitó, que es otra cosa.

Dicho esto, mi amigo, indignado, cogió su pipa y se fue a la calle a fumar. Miré la foto y comprobé en el texto que la acompañaba que esta reunión solo había agrupado a los tres países más importantes de la Unión Europea. Así es, en efecto, desde que el Reino Unido se sacó un billete de vuelta para cruzar el Canal de la Mancha. Espiritualmente ya ausentes los británicos, Italia ha pasado de cuarto a tercero en importancia y España de quinto a cuarto. Esto es como cuando se muere alguien en un escalafón de personal y asciende el siguiente. «¡Enhorabuena!» le dicen al agraciado que no ha hecho nada, ni siquiera asesinar al finado.

No estaba Wally en la foto. Ni con gafas, ni sin gafas. Ni con barba, ni sin barba. Ni con zapatillas deportivas y pantalón corto de marcha rápida, ni sin ellos. Ahí no estaba Wally, porque de estar era imposible que pasara desapercibido.

Cierta prensa oficialista ha ofrecido dos sesudos motivos. El primero es que esos tres mandatarios están ya preseleccionados para la basura. Tienen elecciones y consultas de aquí a un año y, dicen, las van a perder todas. No es como aquí donde la Presidencia del Gobierno en funciones es para siempre. Ya se sabe que en España no hay nada más eterno que lo provisional.

Que se lo digan a todos los altos cargos que se tenían que haber marchado a principios de año y que ahí siguen acumulando, a veces, funciones ajenas como los miembros del Gobierno que parecen los “Diez negritos” de Agatha Christie. En cada capítulo de la novela desaparecía uno. En nuestro Gobierno se esfuma un ministro cada mes, alguno por enmarañar la verdad, otros por ascenso o para ser relegado a provincias para eliminarle de cualquier sucesión.

Otra explicación oficialista es que como seguimos con un Gobierno en funciones por culpa, naturalmente, de Sánchez, que no se aviene a lamer las botas de Rajoy (¡Por Dios!), no nos podían invitar. ¡Vaya majadería! Algunos nos toman por tontos. Si no eres capaz de hacerte amigos ni dentro ni fuera de España, ¿cómo quieres que te babeen los zapatos en casa o que te inviten a una reunión importante internacional? En Europa hay que meterse en la pandilla de los muñidores, hacerse valer, y te invitan enseguida porque ahora eres la cuarta potencia europea, y ello a pesar de no haber sido fundadora de la UE por culpa de Franco.

“¡Mira!”, me dijo mi amigo que volvía de fumar en la calle con un dibujito en la mano. “Me lo ha dado Peridis, que pasaba por delante del bar, cuando le he contado que no encontrábamos a Wally”. Me dio el dibujo. Vi a Wally en una tumbona en algún lugar de una Ría Baja de cuyo nombre tampoco quiero acordarme. Solté una carcajada, pero mi amigo se enfadó.

– ¿Cómo puedes reírte en estas circunstancias? España ya no vale un pimiento en la Unión Europea. Han tratado de seguridad, de defensa, de economía, de empleo juvenil, de refugiados, del futuro de la Unión, temas todos importantísimos para España y nosotros ausentes. ¡Una vergüenza! ¡Con este Gobierno somos unos «don nadie» en Europa!

– No te preocupes, le dije para tranquilizarle. Seguro que pronto les invitan a los tres para una reunión a cuatro en España.

Mi amigo me miró con ojos furiosos y me espetó: «¡Para eso hará falta que encuentres antes a Wally y dudo que puedas!». Cogí la foto otra vez y por mucho que miré y volví a mirar no vi a Wally en ninguna de sus manifestaciones. Penoso.

Carlos Miranda

Embajador de España

 

Carlos Miranda

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