viernes, abril 26, 2024
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Carme-nada

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Si el diccionario de la RAE contuviera entre sus páginas el vocablo “carme-nada” lo definiría, probablemente, de la siguiente manera: “iniciativa completamente disparatada y absurda que se lanza a los medios de comunicación con el objetivo de procurarse notoriedad a través del disparate y de provocar la desensibilización de los ciudadanos hacia lo grotesco.”  Pues ésa, querido lector, es la táctica que utiliza la alcaldesa podemita de Madrid, Manuela Carmena, para adquirir popularidad y para acostumbrar a los vecinos a vivir el disparate de forma cotidiana, de modo que se anestesie su capacidad de reacción y protesta. No me negarán que en los últimos tiempos ya han empezado a escuchar de vez en cuando a alguna persona exclamar con cierto aire conformista: “¡Ah, bueno… otra carmenada!”, como si ya no tuviera importancia o trascendencia lo que la iniciativa pudiera traer consigo.

Desde que Manuela Carmena y su equipo de Ahora Madrid fueran investidos como «alcaldes» de la capital de España, hemos sido testigo de las absurdas ideas que ha gestado de modo crónico, cada pocos días, como si quisiera “colárselas” a los madrileños a modo de prescripción médica: una cada equis horas o días.

Cuán interminable resulta ya la lista de despropósitos de doña Manuela: madres que limpien los colegios donde estudian sus hijos, universitarios que barran las calles como “servicio social a la comunidad”, niños recoge-colillas, Madrid capital del bridge o Madrid ciudad de los abrazos, huertos urbanos en el barrio de Salamanca, cultivo de hortalizas ecológicas en la azotea del Ayuntamiento de Madrid, el día sin bañador en las piscinas municipales, etc., etc.

Y mientras, entre tantas carmenadas minúsculas que no hacen sino anestesiar la opinión pública, acostumbrándola al dislate peramente, la alcaldesa y su equipo de gobierno de Ganar Madrid, ejecutan carmenadas con mayúsculas, como la supresión de la partida destinada a las víctimas del terrorismo en los Presupuestos de 2016, o el boicot a inversores extranjeros que han tenido que huir buscando otros lugares donde colocar sus millones y sus ofertas de empleo, el IBI selectivo, la eliminación de terrazas en el barrio de Salamanca…  Y, naturalmente, no podemos olvidarnos de los proyectos urbanísticos que ha paralizado, cuando habían sido aprobados previamente, dejando a cientos de familias sin las viviendas en las que habían invertido durante los últimos años, locales sin construir, y prestación de servicios perdidos.

Una de las más recientes “carme-nadas” consiste en la creación de jurados vecinales para mediar entre delincuentes y vecinos. “Menos represión y más mediación», es el lema al que se aferran los podemitas de Cibeles y parece que Manuela Carmena está dispuesta a seguir a rajatabla su plan de restar poder a los mandos policiales.

La figura del «jurado vecinal» busca que infractores, delincuentes y víctimas tengan la oportunidad de encontrarse con el entorno social donde se cometió la infracción, para reconocer su culpa y acordar conjuntamente vías para restaurar el daño hecho a la comunidad. Esta idea se asemeja mucho a los tribunales populares que ya existen en Cuba y México o a los “modelos participativos” de Venezuela. La iniciativa tiene el “bonito” fin de buscar la reintegración social del delincuente mediante acuerdos que deberán ser ratificados por un «juez ordinario».

De nuevo, los podemitas muestran una extraña compasión por quienes violan la ley con la justificación de ejercer una protesta social (véanse los casos del asalto a la capilla de la Complutense llevado a cabo por la concejal de Ahora Madrid, Rita Maestre, o bien ocupando lugares como el Patio Maravillas por los ediles Rommy Arce y Celia Meyer), que por quienes son agredidos o violentados.

Para la formación morada, la sociedad ideal habrá abolido las cárceles, ya que defienden que un acto delictivo no debe juzgarse en función de lo que indique el Código Penal, sin no por la necesidad de la lucha de clases.

Debemos ser conscientes de los trucos propagandísticos que se esconden detrás de las medidas esperpénticas utilizadas por la formación morada, no es difícil comprobar que en realidad se trata de una estrategia perfectamente planificada porque Manuela Carmena no es la única protagonista de semejantes acciones, véase el caso de Ada Colau, “Kichi”, etc., etc.  

Tal vez en el diccionario de la RAE, el término “carme-nada”, podría tener una acepción complementaria, en la que el “-nada”, se tradujera en un “no”; un rotundo NO, porque el gobierno o el desgobierno de Carmena, es el gobierno de la negación. Se trata de una gestión que lejos de buscar el crecimiento y de ser positiva, se basa en la negación permanente. Carmena ha dicho no a la ayuda a las víctimas del terrorismo, a las inversiones extranjeras, al desarrollo de proyectos urbanísticos, a la entrada libre de vehículos a la capital, a las terrazas del barrio de Salamanca.

 No a las luces de Navidad durante toda la campaña de diciembre, no al Belén en la Plaza Mayor…por decir no, hasta le negó la participación en la Cabalgata de Reyes al pavero que llevaba participando en ella toda la vida.

Dejémonos de despropósitos y de negaciones. Y, sobre todo, no permitamos que la costumbre de recibir el golpe del disparate de forma continuada, anestesie nuestra sensibilidad de reacción ante cuestiones de gran trascendencia para nuestro desarrollo económico, social y moral, para el futuro de los madrileños y de los españoles.
Madrid es vida, España es progreso, queremos ser líderes… no bufones.

Borja Gutiérrez

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