viernes, mayo 10, 2024
- Publicidad -

Tiempos

No te pierdas...

Tiene su aquel escuchar estos días a Mariano Rajoy. La persona que ha llevado al paroxismo el dejar que los problemas se pudran en el cajón, que ha alardeado de saber jugar con los tiempos como nadie, que ha convertido el paso de horas, días y semanas en su forma de ser y estar en política ahora resulta que le han entrado las prisas.

El en funciones presidente ha decretado que ya no se puede “marear la perdiz” ni retrasar el debate de investidura por más tiempo. Y lo dice quien renunció a cualquier control sobre los tiempos al declinar la investidura ante Felipe VI 24 horas después de anunciar urbi et orbi que sí lo haría, todo un alarde de seriedad y lealtad institucional hacia la Jefatura del Estado. Y como no puede someterse a la investidura, porque no tiene votos suficientes -así de dura es la democracia parlamentaria, eres tan fuerte como apoyos sumas- ha decidido someter a los demás a su embestidura. Talante democrático.

La cuestión va más allá de negarle el saludo a quien ha recibido el encargo por parte del Jefe del Estado para formar gobierno -un nuevo desplante, por tanto, al Jefe del Estado por persona interpuesta-. La cuestión es que el en funciones presidente ha decidido dedicar sus últimos días al frente de la Presidencia del Gobierno a dirigir todos sus esfuerzos y los de sus ministros a desprestigiar cualquier alternativa que no pase por sí mismo, arrastrando con ello su imagen y la de España. Lo primero es hasta cierto punto triste. Lo segundo es más que preocupante.

Que Luis de Guindos aliente la desconfianza de los mercados hacia nuestro país, él que arrastró a España al rescate con su gestión del hundimiento de Bankia…; que García Margallo lance insidias sobre el abandono de España de la coalición internacional contra el terrorismo, él que abochornó a nuestro país tras los atentados de París con sus ofrecimientos de quita y pon…; que Jorge Fernández Díaz avergüence a toda España con sus vilezas sobre ETA, él que ha comparado el aborto con la banda terrorista o que ha aprobado una ley mordaza a la que ha sacado los colores el Consejo de Europa… todo esto sólo demuestra las escasas convicciones democráticas y el concepto patrimonialista del poder y de las instituciones públicas de Mariano Rajoy y el Partido Popular.

Todo un ejemplo. Pero nada nuevo.

Sólo hay que recordar los ataques de José María Aznar cada vez que ponía un pie fuera de España contra el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, pronosticando la balcanización de España y cuestionando la ejemplar respuesta de la Justicia y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para detener, juzgar y condenar a los autores de los atentados del 11-M.

Lo único que han levantado ha sido un muro de exclusión, precariedad y desigualdad

Sólo hay que recordar los ataques del propio Mariano Rajoy al acusar a José Luis Rodríguez Zapatero de haber traicionado a los muertos por haber intentado, como todos los presidentes en democracia, poner fin al terrorismo, algo que logró por la implacable persecución del Estado de Derecho pero también, y precisamente, por haber conseguido socavar la legitimidad que aún conservaba ETA en algunas capas de la sociedad.

Sólo hay que recordar la vergonzosa frase de Cristóbal Montoro a Ana Oramas en mayo de 2010, en uno de los momentos más críticos vividos por España a lo largo de estos interminables años de crisis: que caiga España que ya la levantaremos nosotros.

Lo único que han levantado ha sido un muro de exclusión, precariedad y desigualdad.

Llegaron anteponiendo sus intereses a los del país, han gobernado oponiéndose a las necesidades de la mayoría y se van causando todo el daño posible. No están, desde luego, a la altura.

P.D.: Lacónico mensaje el del presidente en funciones a Esperanza Aguirre tras su dimisión. Ni un deseo de fortaleza, ni un poco de ánimo…

 

José Blanco

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -