jueves, abril 25, 2024
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La dimisión de Aguirre organiza el funeral de Rajoy

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Siempre he pensado que Esperanza Aguirre no ha dado en su vida una puntada sin hilo. A estas alturas, un poco tarde, asumir sus responsabilidades políticas por la corrupción en el PP de Madrid determina la necesidad de que Mariano Rajoy asuma sus responsabilidades por todos los escándalos políticos que le han rodeado. Desde Gürtel hasta los epicentros de corrupción en Valencia; de la destrucción de los ordenadores a los abrazos públicos a Rita Barberá, a Jaume Matas y a Luis Bárcenas.

Esperanza Aguirre ha encendido la mecha de la implosión del Partido Popular de Mariano Rajoy. Su dimisión señala el camino de salida de todo el equipo íntimo de Mariano Rajoy y de la renovación del Partido Popular.

Determina también y confirma que sería un suicidio político que este Partido Popular concurriera a unas elecciones inminentes bajo el liderazgo de Mariano Rajoy. Ahora, el PP tiene que elegir entre impedir nuevas elecciones, favoreciendo una investidura del PSOE con Ciudadanos, o atreverse a afrontar los comicios en una de las peores circunstancias posibles.

El PP tiene que elegir entre impedir nuevas elecciones, favoreciendo una investidura del PSOE con Ciudadanos, o atreverse a afrontar los comicios en una de las peores circunstancias posibles

La dimisión de Aguirre es el último acto de una larga guerra contra el actual presidente del PP y de Gobierno. Se ha retirado de la política con un gesto que puede honrarle pero que es una puñada fatal para Rajoy.

Los próximos días van a ser de una intensidad política estresante. Impensable que Mariano Rajoy cumpla su compromiso de intentar una investidura en estas circunstancias. Pedro Sánchez agotará las posibilidades de un entendimiento que para mi es imposible con Podemos. Y la última baza, extraordinariamente difícil, sería un acuerdo del PSOE con Podemos para jugarse todo a que el PP prefiera obtenerse que condenarse a ir a las urnas.

Nos esperan unos días o semanas apasionantes, en los que los líderes tendrán que demostrar si tienen nervios de acero.

Carlos Carnicero

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