viernes, abril 26, 2024
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El tedio como esencia europea

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El mejor ejemplo del tedio, el aburrimiento y la mediocridad institucionalizados lo encarna hoy la Unión Europea, entre un Grexit y un Brexit, con unos Comisarios que no dicen más que obviedades –y encima con prepotencia- y un Juncker cuyo principal mérito es no llevar la contraria a nadie ni tener ideas propias y, claro, pastelear. Los tiempos de Delors, con designios, visión a largo plazo, ya pasaron hace décadas y hoy la Unión Europea no entusiasma, es aburrida. Nuestro tedio y la mediocridad, el los adormecidos ciudadanos de la Unión Europea, se han traspasado por ósmosis, como era natural, a las instituciones de la UE.

Paradójicamente, la lucha contra el aburrimiento se ha convertido en uno de los fundamentos de nuestras vidas de burgueses europeos, los de la Unión. Estamos saturados de derechos adquiridos, saturados de bienes, objetos y confort.

Los poderes tienen que divertirnos permanentemente, di-verter, desviarnos de los problemas, que no decaiga, los Comisarios Europeos se ocupan de nuestro bienenstar. Los ciudadanos que traguen, que para eso están. Hasta en el campo de la cultura, tantos festivales veraniegos, teatros, conciertos, intentan tapar este aburrimiento general, divertirnos y entretenernos a base de dineros públicos. Festejos y amenidades por doquier, como dicen las guías turísticas.

También durante siglos se había elogiado el aurea mediocritas, la vida sin ambiciones, sencilla, sin grandes preocupaciones, pero con cierta consciencia. Algo así como un personaje de Azorín en la biblioteca de su casa olvidada, con balcón al campo inmutable. Hoy, esa mediocridad se equipara el hastío que llevamos dentro. Como en esa película tostón, que es como la quintaesencia del tedio europeizado, de ese malestar difuso, la última de Juliette Binoche, Viaje a Sils Maria, sin ir más lejos, un puro bostezo lleno de clichés. Muy europea.

Y ni dramas o tragedias como las de Ucrania, las masacres del Estado Islámico o la inmigración en macropateras logran sacudir la modorra de las instituciones de la UE. Nosotros a lo nuestro, a nuestras cuentas corrientes, a buscar entretenimientos. La Unión Europea es aburrida, está aburrida y nos aburre. No me extraña que el outsider de Varufakis se haya largado. Mientras, la mediocridad de Comisarios, reuniones, Consejos, cuentas y tecnocracias es compensada con más arrogancia y prepotencia.

Hubo un escritor español prematuramente desaparecido, Miguel Espinosa, que escribió el retrato de lo que era la aburrición, mal padecido por esa burguesía nueva rica española (La fea burguesía). El mal se curaba a base de consumir, consumir lo que fuera, objetos, comida, sexo, viajes. Si estuviera hoy, se regocijaría con la aburrición que campa por la Unión Europea, como forma de vida, de política.

En vista de lo cual nos dedicaremos a irnos de vacaciones, a di-vertirnos y a no pasar calor. A Escocia, en este caso.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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