viernes, abril 26, 2024
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El Ying y el Yang del PNV

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Esta última semana varios colectivos de las víctimas del terrorismo se reunían con el Lehendakari Iñigo Urkullu intentando abrir un cauce de diálogo y acercamiento hacia esos grupos por parte del principal mandatario vasco.

Tras multitud de años de alejamientos y desplantes hacia las víctimas del terrorismo, por parte de todos los lehendakaris nacionalistas desde Garaikoetxea, pasando por Ardanza, y terminando por Ibarretxe, Iñigo Urkullu ha querido anunciar y dar un paso distinto a los de sus predecesores. El Lehendakari ha hecho una autocrítica nacionalista, pidiéndoles perdón a las asociaciones de víctimas y prometiéndoles hacer un relato veraz donde no se pongan en el mismo plano a las víctimas y a los verdugos.

Es cierto que han tenido que pasar varios años desde que accedió al poder Urkullu para dar ese paso, hasta ahora imposible por sectores del propio PNV y de los dirigentes que mandaban, pero como dice el castizo refrán, más vale tarde que nunca. 

Tendremos tiempo a partir de ahora para saber si las palabras, gestos e intenciones de Urkullu siguen adelante y recoge las inquietudes y deseos de las víctimas del terrorismo. Las víctimas que como siempre y con toda razón se encuadran en pedir memoria, dignidad y justicia, o todo era una pose y una treta más del nacionalismo vasco.

Pero mientras eso ocurre, no sería malo recordar que esa reunión entre el máximo exponente del Gobierno Vasco y los diversos colectivos de víctimas del terrorismo coinciden en el tiempo y en el calendario postelectoral con las negociaciones de todos los partidos políticos para formalizar gobiernos municipales y autonómicos para el comienzo de los nuevos mandatos locales y regionales. Y aquí vuelve a darse la paradoja. 

Porque para algunos que tenemos memoria histórica reciente no puede sorprendernos que mientras el Lehendakari agasaja a las víctimas del terrorismo con dulces, buenas y bucólicas palabras. Su partido en Navarra, llamado Geroa Bai, en los mismos instantes que se realizaban la foto de Iñigo Urkullu con Ángeles Pedraza y compañía, estaba entregando y regalando la alcaldía de Pamplona a los proetarras de Bildu. El PNV ha dado el bastón de mando de la capital navarra a un alcalde que no ganó, que brindaba y que aplaudía cada vez que asesinaban sus colegas de ETA a las personas que Urkullu estaba pidiendo perdón esa misma semana, y que además ese mismo individuo que puede ser nombrado alcalde de Pamplona gracias al PNV, es incapaz de condenar a ETA y pedirles que desaparezcan para siempre de nuestras vidas.

Es el clásico dilema donde siempre se mueve el PNV, su ying y yang, ese concepto taoísta que engloba la dualidad y que muestra las dos caras opuestas y que las hacen complementarias. Es por eso que son capaces los dirigentes del PNV de bailar con las víctimas y con los verdugos, con los que sufren y con los que matan. Y lo siguen haciendo porque sus resultados siguen siendo inmejorables para su supervivencia política y para sus intereses políticos de seguir gobernando y mandando.

Navarra tendrá presidenta nacionalista y Pamplona un alcalde nacionalista radical proetarra, todo un problema y una tragedia no sólo para los navarros, sino para todos los españoles.

Carlos Iturgaiz

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