AL LORO
Decían nuestros nuestros padres que no era de buena educación hablar de dinero, pero en el mundo de la política es cosa corriente que se formulen preguntas relacionadas con los euros. No solo por las siempre tristes peripecias delictivas, que tanto daño hacen a la imagen de los políticos aunque la mayoría de ellos trabajan con auténtica vocación de servicio; en muchos casos ganando bastante menos que si se ejercieran su profesión. Seguro que pocos creen esta afirmación, pero es verdad como la vida misma, aunque solo son noticia los que aprovechan su situación para medrar económicamente hablando.
Viene esto a cuento porque a raíz del subidón de Ciudadanos, que se nota en la calle a poco que se tenga un poco de nariz, y que ahora confirma ese sondeo del CIS que ha dado tanto disgusto al PP –para que luego dicen que el CIS baila al son del gobierno…- se ha disparado la rumorología sobre los dineros de Podemos. Con qué paga las nuevas sedes, la campaña, los viajes de los candidatos, cartelería, equipos de comunicación y toda la parafernalia electoral. El rumor de que el IBEX estaba detrás porque a los grandes magnates de la empresa no les interesa la mayoría absoluta del PP no se tiene en pie, se ha expandido como el aceite, pero cuesta creerlo porque en el IBEX, como en todo patio de vecinos, cada uno de esos magnates tiene su particular corazoncito político. Uno de ellos no disimula que le asombra la ignorancia de su interlocutor cuando le pregunta por ese asunto. Explica que multitud de empresarios ayudan económicamente a distintas fundaciones vinculadas a partidos, pero generalmente lo hacen a varias distintas, y con muy poco dinero porque está regulado y con unos controles mucho más exhaustivos de lo que se pueda imaginar. Asegura que ahora hay bastante más seriedad en ese negociado que en tiempos pasados, cuando se condonaban deudas –ya es delito hacerlo- o se hacían donaciones sin tener muy en cuenta los límites que marcaba la ley.
Explican en las alturas socialistas que lo mejor que les puede pasar es que no se celebren primarias por falta de más candidatos. No les preocupa el resultado, convencidos de que Sánchez está cada día más consolidado y que el 24-M no va a ser tan negro como auguraban algunos sondeos hasta hace un par de semanas. Lo que les produce mal sabor de boca es que unas primarias generan tensiones, a veces rompen amistades de años, y el partido queda abierto en canal. Que es lo que menos conviene a cinco meses de unas elecciones generales.
Carmen Chacón, que hace nada parecía segura candidata, ahora recoge velas, o eso parece. Lo que indica que no es la gente de Sánchez la única que piensa que se debe hacer el esfuerzo de presentar un candidato único que transmita imagen de partido sólidamente unido.
Tras el obligado apunte electoral, el apunte profesional. Se ha ido un grande del periodismo, Jesús Hermida, que ha recibido el merecidísimo homenaje de la profesión y de quienes son ajenos a la profesión; y se ha ido una compañera a la que Joaquín Vidal ha dedicado una merecidísima columna. Queca Campillo también era grande, como fotógrafo y como persona. Fue una figura importante de la Transición, además de una mujer que rompía moldes, que se comía la vida a bocados, que se marcaba metas imposibles que sin embargo alcanzaba y que siempre se apuntaba al lado positivo, incluso cuando le venían mal dadas. La muerte de Hermida unas horas antes la ha dejado en segundo plano, pero se la quería y admiraba.
Los dos han sido parte de nuestra mejor historia.
De historia ha escrito otro compañero también querido, Joaquín Bardavío, con título muy acertado : “El reino de Franco”. Apasionante. Con aportaciones asombrosas sobre la vida, milagros y miserias de un personaje al que sorprendentemente le gustaba que le considerasen dictador, porque admiraba profundamente a uno de ellos, Primo de Rivera. No se daba cuenta de que la dictadura de Primo de Rivera no tenía nada que ver con la suya.
Pilar Cernuda