viernes, abril 19, 2024
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Quimera y realidad

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En Cataluña, en términos políticos, hay un antes y un después del  fracaso del 9N. Entendiendo por tal el resultado de la consulta  ilegal pro independentista en la que según las cifras facilitadas por los organizadores participaron dos millones doscientos mil ciudadanos de los más de seis millones que habían sido convocados. Los partidos más activos en el proceso secesionista: Convergencia y Esquerra Republicana han echado cuentas. Tras la consulta, Artur Mas guardaba como último cartucho la convocatoria anticipada de elecciones. Su «plan B» consistía en encabezar una lista única en una candidatura pro independentista y asegurarse así la reelección que ahora le niegan las encuestas. Tenía el apoyo de la Asamblea Nacional Catalana, la organización que dirige Carme Forcadell, pero no contaba con que ERC tenía su propia estrategia. Que no es otra que concurrir con lista propia para -vista la intención de voto que avizoran los sondeos- hacerse con la presidencia de la «Generalitat». Pájaro en mano en vez del ciento volando que prometía Mas. Pese a lo que se ha dicho al término de una entrevista con Artur Mas, Junqueras (ERC) no está por la labor de contribuir con sus huestes a nutrir lo que algunos medios de comunicación muy favorecidos con las subvenciones de la «Generalitat» llamaban «el partido del presidente». Francesc Homs, el portavoz que lleva meses alimentando la tensión política  con el mantra del derecho a decidir, dice ahora que «el calendario del gobierno es que las elecciones tocan en 2016». Es una reculada en toda la línea. Un cambio de estrategia forzado por resultado de la  consulta celebrada el 9N. Los hechos son tenaces: sólo un tercio de la población está a favor de la independencia. Pese a la masiva campaña de propaganda y a la utilización abiertamente partidista de recursos económicos y medios públicos de comunicación, no existe la «masa crítica» con la que los impulsores del proceso de secesión  creían contar. A primeros de noviembre de este año los Servicios Público de Empleo de Cataluña registraban un total de 587.133 parados. En el mes de julio la EPA revelaba que el número real de parados era de 840.200. Más de 312.000 (el 37 %), llevan más de dos años sin encontrar trabajo. Es la cruda realidad ignorada por los dirigentes nacionalistas obsesionados con la quimera secesionista. Y que como toda realidad preterida acabará tomando venganza. Pudiera ser de la mano de Podemos. Según las últimas encuestas, en Cataluña, este partido recién creado podría acabar con la hegemonía de los nacionalistas. Pronto saldremos de dudas.

Fermín Bocos

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