viernes, marzo 29, 2024
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«Marca Rajoy» (Glosa de un retrato fotográfico)

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Una foto publicada en algún diario español a raíz de la reunión del Partido Popular en Valladolid nos muestra a Rajoy entrando en la parte trasera de su automóvil, se supone que oficial, y se supone, también, que triunfante porque mira satisfecho hacia un posible tendido alto que la foto no nos muestra, pero en donde el lector del diario puede imaginar que se originan vítores admirativos al estilo de «Torero, Torero», o «Tú eres el más grande», o “Rajoy, Rajoy, Rajoy”, o cosas parecidas. El pie de la foto señala que Rajoy acaba de abandonar la Convención Nacional que el Partido Popular ha celebrado en Valladolid en olor, afirman los marianistas, de interna unidad subrayada en su recta final con una sonora interpelación tuteadora a Rubalcaba mandándole callar, lo que Cospedal ha negado después tajantemente (al igual que hizo en su día aquel Pedro sobre el que se construyó luego una Iglesia que tantas veces parece haberse olvidado de su fundador), fragmentando también de este modo esa cacareada (como aquel gallo…..) unidad vallisoletana del PP.

Rajoy, de oscuro, bufanda de azul pepero y coche negro constituyen un conjunto que exhala la seriedad y la discreta coloratura gris de los funcionarios públicos, en principio serios y eficaces. Pero, ¿lo es, lo de serio, políticamente hablando, se entiende, este registrador de la propiedad reconvertido en político encumbrado hasta la Presidencia del Gobierno con una mayoría absoluta que maneja a su antojo como si fuese una porra inapelable o, más elegantemente, como si fuesen los cañones del Cardenal Regente Cisneros («Estos son mis poderes») y ello tras una larga carrera política al socaire de Fraga y Aznar?

Lo que pueda anticipar la mente de Rajoy acerca de ese batacazo es que no se lo dará él solito

Esto, lo de su seriedad política, es algo que se puede poner en tela de juicio, aunque en materia de valoraciones ocurre como con los gustos, es decir que nada está escrito. Lo que, en cambio, sí está escrito es el diario deportivo que, enrollado, lleva Rajoy firmemente en su puño y cuya cabecera se muestra verticalmente (obligando al lector a torcer la cabeza si su curiosidad insaciable le empuja a ver de qué diario se trata) debido a que el puño de Rajoy prolonga un brazo en posición más bien horizontal, cabecera, ésta, constituida por cinco gruesas e inimitables letras rojas que dan color, vida y contraste al conjunto grisáceo retratado y junto a la cual se puede leer casi entero un titular que parece rezar: «Batacazo del Barça». Rajoy, que en nada se quiere asemejar a Zapatero, probablemente no es del Barça y, dada su falta de cualquier tipo de sintonía con Mas, es también imaginable que su satisfacción no se deba al hipotético y glorioso tendido alto lleno de admiradores hacia el que mira sino a la anticipada fruición que su mente ya saborea y que le embargará cuando sentado en la parte atrás del vehículo blindado negro despliegue a toda plana ese diario deportivo y, ya relajado tras la tensión de la convención, lea el relato y los comentarios en torno al mencionado «batacazo».

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Pero, ¿anticipará al mismo tiempo la mente de Rajoy el batacazo por venir suyo y de su partido en las próximas elecciones generales como recompensa a su engañosa y más que discutible gestión desde diciembre de 2011, según anticipan no sólo todos los sondeos sino también el sentido común de cualquier mujer u hombre de la calle? Quizás lo que pueda anticipar su mente acerca de ese batacazo es que no se lo dará él solito y que probablemente el próximo Gobierno fruto de esas elecciones tendrá que parecerse más a una selección de fútbol que al equipo de un solo club.

Carlos Miranda

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