viernes, abril 26, 2024
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Politización pandémica

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La ideología es a la idea, lo que el cultivo es a la cultura, o sea, que no tienen mucho que ver. Es frecuente en la Historia, a poco que uno se asome a ella, observar etapas donde refulgen las ideas y, a continuación, contemplar periodos de alta ideologización, y por ende, faltos de ideas. Y, ahora mismo, no sólo en España, vivimos en uno de esos momentos donde el vacío de las ideas es rellenado con una ideologización de catecismo, es decir una politización que abarca casi todos los espacios. Y es, precisamente, esa politización pandémica y extendida la que produce una pavorosa orfandad de ideas. En ninguna época pasada hemos tenido tantos medios para expresarnos (móviles, internet, docenas de canales audiovisuales) y tan escasas propuestas interesantes que decirles a los demás.

Vivimos en uno de esos momentos donde el vacío de las ideas es rellenado con una ideologización de catecismo

Paso por alto a los miserables de derechas que pretendían echarle a José Blanco la culpa del accidente del Alvia, o a los miserables de izquierdas que pretendían achacarle los muertos a Rajoy, a causa de los recortes. Pero esa anécdota es el síntoma de una categoría donde nos hemos sumido y, encima, con hipocresía y cinismo, porque hay que ser un gran cínico para escandalizarse de que un juez pertenezca a un partido político, cuando las asociaciones de jueces y sus miembros no se esconden o no dejan de presumir de que son «progresistas» o «conservadores», o «profesionales», que es lo que deberían ser todos, de no ser porque la pandemia ha llegado hasta las togas, y para ser magistrado del Supremo o eres de los Montesco o de los Capuletto, o no te comes la rosca de un nombramiento.

¿Cómo se puede detener que desde un guitarrista hasta una actriz, desde un novelista hasta un escultor, sean juzgados, no ya por su trabajo, sus creaciones y recreaciones, sino por el bando político por el que muestren simpatías? Es desoladora esta falta de madurez, este primitivismo que cercena y excluye, esta vocación por la bandería que se lleva por delante no sólo el raciocinio, sino la ética. Vuelve a aflorar esa parte terrible de España, donde se fusilaba por ir a misa o por estar inscrito en un sindicato. Y no son las ideas, sino la infértil ideología de vía estrecha.

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Luis del Val

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