Hay coincidencia en las palabras recientes del Ministro de Economía Luis de Guindos y el Gobernador del Banco de España Luis María Linde.
Ambos estiman que podríamos asistir a la recuperación de la economía española hacia el final de este año, siendo también unánimes en la apreciación acerca de que la corrupción en nuestro país no tiene por qué tener grandes consecuencias sobre la economía.
De Guindos y Linde coinciden en que la corrupción no tiene por qué tener grandes consecuencias sobre la economía
Con respecto a la primera poco cabe decir a la luz de los datos que se van conociendo sobre la balanza comercial, sobre la evolución del turismo, sobre el retorno de capitales al país y otros datos. Tan sólo existe la incertidumbre de cuando esos datos serán percibidos de manera clara y no sólo estadística por la ciudadanía.
Con respecto a que la corrupción no tiene por qué afectar a la economía parece que la misma está basada en la variación que ha experimentado la prima de riesgo en estos días y que ha sido de alrededor de 30 puntos básicos de incremento. Efectivamente, desde ese punto de vista, en peores ruedos hemos lidiado hasta ahora.
Pero circunscribir los daños de la corrupción a la variación de la prima de riesgo en unos pocos días parece un poco corto de vista. Y no lo digo ya sólo a la luz de lo publicado en la encuesta del CIS y en la prensa internacional, sino porque creo que hay un sentimiento mucho más profundo y general de necesidad de un reforma del sistema que rige este país y de un rearme moral.
Es rara la semana en que no conocemos algún caso nuevo o algún entresijo de uno ya conocido que puede afectar a cualquier punto de la pirámide, empezando por los allegados al Jefe del Estado y acabando en cualquier tipejo de tal o cual partido o estamento social que había venido dando lecciones de moralidad y pundonor hasta casi ayer mismo, e incluso después.
Lo que más teme Rajoy es un estallido social que se lleve todo por delante
Y cuando se conocen esas situaciones, sorprende y desconcierta que en vez de tomar medidas inmediatas y ejemplarizantes, se apele constantemente a la presunción de inocencia para justificar no hacer nada o alargar las actuaciones y mantener la situación.
Esos comportamientos nos hacen sospechar a todos que se debe, sin duda, a dos hechos que son el de «no vamos a hacernos daño, ¿verdad?» y a que la mayoría son profesionales del sillón público, sin vida laboral ni profesional a la que retornar, por lo que parecen vivir pegados al sillón con «Loctite».
Por todo ello a mi juicio, si no vamos a un rearme moral y a que sean las propias instituciones las primeras que cumplen las reglas y en apartar a los garbanzos negros que las incumplan y si además no modificamos este sistema que mantiene a una serie de élites a costa del esfuerzo, cada vez mayor, de muchos que cada vez están peor, podría llegar a suceder lo que más teme y preocupa a Rajoy, que es un estallido social que se lleve todo por delante, incluyendo la economía del país.
Por favor, no seamos cortos de vista.
José Luis Martín Miralles-Estrella Digital
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