En diferentes artículos publicados aquí, en esta columna semanal, he señalado cómo el consumo interno es, junto a la automoción, la exportación de alimentos y bienes de equipos y el turismo, uno de los pilares básicos sobre los que se asienta la economía española. He sugerido medidas que, en mi opinión, el ejecutivo de Mariano Rajoy debe adoptar en el ámbito laboral para devolver a España a la senda del crecimiento y, por consiguiente, a la creación de empleo. Entre otras, la subida de los salarios, la rebaja de los costes sociales, la simplificación de la contratación, la reducción de la jornada laboral y la implantación del despido libre indemnizado.
Menores costes y mayores facilidades para el empleador promoverá la contratación
La lógica de estas medidas es aplastante: unos menores costes y mayores facilidades para el empleador promoverá la contratación y los españoles podrán volver a consumir al tener empleo. Y si, además, el gobierno sube el Salario Mínimo Interprofesional a los niveles que disfrutan nuestros homólogos europeos, la recuperación económica será aún mayor.
No obstante, la aplicación de estas propuestas es un elemento necesario pero no suficiente para comenzar a superar la crisis que nos afecta. Es también necesario que España disponga de un mercado interno más poderoso en cuanto a capacidad de compra y que nos haga menos dependientes de la balanza comercial con el exterior. Por supuesto, existen más razones pero es llamativo que los países europeos que mejor están transitando por esta difícil coyuntura económica y social son, precisamente, aquellos que gozan de las mayores tasas de consumo interno como, por ejemplo, Francia. Dicho de otro modo, se trata de facilitar la recuperación de nuestra economía comprando cada vez más productos españoles. Allá por 2008, Miguel Sebastián, ministro de Industria, Turismo y Comercio, hizo un llamamiento muy acertado pero que, lamentablemente, cayó en saco roto: «Podemos hacer mucho contra la crisis si compramos juguetes españoles, productos hechos en España como textil, calzado, coches o electrodomésticos, sin duda, estaremos creando empleo y riqueza en España».
La crisis que sufre España obedece a problemas estructurales y no a un enemigo externo
Desde diferentes tribunas, se ha tomado el testigo de aquellas palabras y han surgido multitud de iniciativas, públicas y privadas, que animan a la compra de productos españoles. No pocas de ellas se muestran muy críticas contra lo que se ha denominado el modelo parasitario chino. Al margen de las valoraciones existentes sobre el impacto innegable que las importaciones orientales de bajo coste y sus prácticas de dumping tienen en nuestro tejido productivo, la crisis que sufre España obedece, en gran medida, a problemas estructurales y no a un enemigo externo. Es imprescindible promover un proceso de reflexión propia para no repetir, en un futuro, los errores cometidos en el pasado. La atribución externa de las responsabilidades propias nunca es buena compañera.
Desde esta columna, invito a los lectores a fomentar los efectos positivos que genera la compra de productos españoles. Además de generar un consumo más responsable, es una buena forma de asegurarnos de que nuestras decisiones a la hora de adquirir un bien o un servicio sí tienen un impacto beneficioso sobre la economía nacional. Esencialmente, contribuiremos a que nuestros puestos de trabajo no peligren tanto y ayudaremos a generar más empleos que puedan ser ocupados por tantos y tantos españoles que actualmente carecen de ellos. Es algo que nos atañe y nos interesa a todos, sin distinción.
Gorka Labarga-Estrella Digital
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