viernes, abril 26, 2024
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Grecia se rompe

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La reducción de las pensiones en un 20%, las minoraciones en la paga de los funcionarios, los nuevos impuestos sobre las propiedades inmobiliarias, la reducción en un 30% del número de los empleados ministeriales, que puede llegar a afectar a 150.000 funcionarios y un continuo suma y sigue de recortes en Grecia, están llevando al país al borde de una confrontación civil.

Las falsedades del gobierno griego y las demoras y la falta de realismo por parte de la Unión a la hora de tratar el problema, han creado una situación en la que abundan los rumores y las especulaciones sobre una reestructuración de la deuda  del país en un 50% al menos e incluso su salida del Euro.

También en el fin de semana el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha indicado que Grecia necesitará una década para recuperar la competitividad y una década, en la situación en que viven los griegos, es demasiado tiempo.

Hay opiniones de expertos que indican que una salida más rápida para Grecia podría ser la vuelta al Dracma. A nadie se le escapa que también sería un camino lleno de problemas y riesgos pero da la impresión de que contribuiría a restablecer la competitividad del país más rápidamente y no en diez años.

Si, como parece, Grecia no puede pertenecer al club selecto del Euro, porque no da la talla,  pero optase por permanecer en ese área, nos encontraríamos en el futuro con un país con problemas que sería visto y tratado con desdén por el resto de la Unión y que viviría constantemente al límite de sus posibilidades y necesitando, probablemente, compensaciones económicas directas de los países mejor situados de la Unión.

Es un hecho que el gobierno griego ha mentido sistemáticamente acerca de sus datos económicos pero también es verdad que la Europa en la que vivimos sigue siendo la Europa de los mercaderes, en la que no se ven con buenos ojos a los necesitados de ayuda y no parece probable que vayan a existir en el futuro traspasos directos de fondos de unos países a otros a modo de compensación eterna, ya que en Europa priman los intereses de cada estado y no la solidaridad y el concepto europeo. Miremos a nuestro país y veamos las críticas internas a determinadas regiones receptoras permanentes de fondos.

Por tanto,  parece llegado el momento de que los griegos deshojen la margarita y decidan si van a permanecer dentro del Euro o bien fuera de la Unión Monetaria y con el Dracma, teniendo presentes todos los problemas y las dificultades de cada uno de los dos caminos. Es su decisión y son soberanos para tomarla.

Otro problema será el de qué es lo que le interesa o no a los países que forman la Unión Europea, pero ese ya es otro cantar.

José Luis Martín Miralles

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