jueves, abril 25, 2024
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Radiografía política del ‘apocalipsis’

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Amanece en Japón y el Comité de Seguridad del país da los últimos datos. Niveles altos de radiación en la zona cero. Se registran unos 400 miliservets por hora cerca del reactor, para entender la cifra, una exposición de 100 mSv al año puede provocar cáncer. Los niveles en Tokio, son normales. La medición, tan esperada, salta por los aires en menos de una hora. “Algo en el reactor cuatro se vuelve a incendiar”, twittean en la red. “Las llamas afectan a la barrera exterior de la estructura de protección”, dice la prensa. Los reactores 1 y 2 presentan nuevos daños que hacen temer por la fusión del núcleo y fugas radioactivas; hay una columna de humo blanco sobre el 3; los seis reactores de la planta están dañados y los helicópteros no pueden echar agua debido a los altos niveles de radiación. Según la OMS, las dosis del escape radioactivo son bajas, sin embargo, uno de sus portavoces, a la pregunta de – ¿Ha llegado lo peor? Responde: – Quizás sí, quizás no. Tenemos que esperar algunos días.

El portavoz del Gobierno nipón ha ordenado la evacuación de los trabajadores de la central, temen por ese Chernóbil lento que amenaza Japón. Las palabras apocalípticas del comisario europeo que parecían exageradas toman cuerpo. Es imposible saber qué puede ocurrir. Y aunque en Europa piden calma, los gobiernos toman medidas. El ejecutivo francés ha solicitado a Air France repatriar a sus ciudadanos, unos 10.000, los primeros en salir serán 280, niños en su mayoría; Italia se prepara para sacar a unos 3.000 residentes junto al corresponsal de la RAI en Tokio; Trinidad Jiménez anuncia no escatimar gastos con el millar de españoles en Japón; Luftansa, en Alemania, ha suspendido los vuelos; y en Londres si hubiera evacuación sería masiva.

Ante el in crecendo de malas noticias, la discusión sobre la energía nuclear retrata a Europa. Se acusa a Merkel de tomar medidas en clave electoral al obligar revisar los 17 reactores de las 12 centrales alemanas, desconectar 7 construidos antes de 1980 y jubilar uno averiado. Si la decisión es electoral, benditas elecciones. ¿Qué hay de malo en que los votantes exijan las máximas garantías de las centrales? Pide, además, que la discusión sea internacional para estandarizar las medidas. Francia, en las antípodas de su aliado, se defiende con el discurso más pro nuclear de la eurozona. ¿Por  qué no va a imponer Europa – de momento sin competencias – medidas iguales para todos?, ¿Quién vigila la intención de Sarkozy de vender tecnología obsoleta para centrales en Marruecos? Bruselas, a pesar de la cacofonía de las capitales comunitarias y la negativa de Francia a considerar el cierre del algunas centrales, ha aprobado hacer pruebas de resistencia a los 143 reactores nucleares, incluidos los 58 franceses. El tercer argumento de Merkel también gana con la fuerza de los acontecimientos. Según la canciller, «Japón nos enseña que los riesgos que se consideran absolutamente improbables, con todas las previsiones científicas, no lo son tanto», fotografiando así los últimos trimestres del planeta, la vulnerabilidad de los países ricos – Haití aparte – ante Nueva Orleans arrasado por el Katrina, Chile devastado por el último gran terremoto o el derrame de petróleo de BP en el norte de México.

España, que no pretendía hacer nada, está obligada a hacerlo. Un asesor de Moncloa cercano al presidente aseguraba, ayer mismo y en conversación privada, lo mismo que decía Salgado en público. “Sin condiciones sosegadas no haremos nada”. El asesor, contrario a la política nuclear como Zapatero, mantenía que «el sistema mundial de cooperación se encarga de la supervisión de nuestras centrales y el Consejo de Seguridad Nuclear de España está permanentemente encima”. El argumentario de Gobierno ha virado, como no podía ser de otra manera, en pocas horas. Primero porque en España no hay información sobre cómo están las centrales y segundo, porque Zapatero no puede mirar el desastre atómico de Japón, pasando por Europa, sin mover ficha. En comparecencia en el Congreso y ante los periodistas, algo poco habitual, ha anunciado que revisarán todos los sistemas de seguridad y encargarán un informe de riesgo sísmico e inundaciones.

El presidente más antinuclear que ha tenido España casi llega tarde a un primer paso obligatorio, saber en qué condiciones está Garoña, Trillo, Almaraz, Ascó, Cofrentes o Vandellós. En la actualidad, por más muertos y peligro radioactivo que sume Japón, son mayoría quienes tildan de demagógica la idea de adelantar el cierre de algunas de ellas en pro de las energías renovables. Ante el pavor de los demás, que diría Kapuściński, la lenta burocracia, coartada de los intereses económicos, vuelve a poner a Europa en evidencia.

Pilar Velasco

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