viernes, abril 26, 2024
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Los cadáveres quieren resucitar

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Leo en www.estrelladigital.es un titular entrecomillado de Ramón Calderón, ex presidente del Real Madrid –gracias a Dios- afirmando que «hubo un tonto –se supone que se refiere a Florentino- con dotes de adivino que dijo que no se le renovaba su contrato (a Vicente del Bosque) porque era un entrenador anticuado. Pues ahí está el entrenador anticuado Campeón del mundo».
 
Es cierto. Florentino Pérez y Jorge Valdano renegaron de Vicente del Bosque por el simple hecho de no tener el “glamour” que requería, según su entender, el Real Madrid. Por supuesto que no lo tenía. Vicente no puede, ni ha querido, engañar a nadie en ese aspecto.

Cuando Florentino y Jorge decidieron sustituir a Del Bosque por un tal Carlos Queiroz, mis compañeros de Telemadrid se llevaron las manos a la cabeza cuando en el informativo que dirigía y presentaba hice un retrato en paralelo de lo que el uno y el otro habían logrado en su carrera profesional. De Del Bosque mucho había que decir por aquel entonces (Ligas y Champions) y de Queiroz, absolutamente nada. Es verdad que el portugués era más guapo y tenía –y sigue teniendo- mejor estampa que el salmantino. Pero mientras a los madridistas esas menudencias no nos importaban, a don Florentino y a don Jorge, sí. Y así les fue. Y así nos fue.
 
Estoy seguro de que al actual presidente del Real Madrid no le llega una mano a la oreja para rascarse a la otra pensando en el tiempo y los títulos perdidos por haber tomado aquella decisión que, aun hoy, seguimos pagando. En el pecado lleva la penitencia, y allá él. Se lo merece él y no el Madrid.

Pero que a estas alturas vuelva a aparecer Ramón Calderón, clama al cielo.

Ramón Calderón, hoy un cadáver, que durante su presidencia se rodeó de “vivos y caraduras” y está a la espera de una sentencia que le pude llevar a la cárcel, debería estar calladito.

Si la historia del Real Madrid pudiera reescribirse, eliminaríamos de la galería del Bernabéu a Lorenzo Sanz, el más nefasto presidente que ha tenido el Club de Concha Espina hasta la desdichada llegada de Ramón Calderón, un cadáver a la espera de sentencia.

Calderón es un zombie que no se resigna a permanecer en la tumba mediática. Y ahí es donde debería seguir, en la tumba mediática, no vaya a ser que algún periodista le siga sacando los colores después de muerto. Y, según parece, tiene muchos colores, aun siendo cadáver

Alfonso García

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